Jia Zhang-ke, sólo quería transmitir (creo yo) el sórdido y lúgubre panorama que ha creado el ciclópeo proyecto de las Tres Gargantas. Una sensación sombría y triste se instala en el espectador creando una película siniestra. Sólo acompañamos a los personajes que poco o nada importan, como en la secuencia del minero con su mujer viendo al fondo la esquelética ciudad y la demolición de uno de sus edificios.

Jia Zhang-ke, misión cumplida, lo consiguió.

No hablaré de la pérdida cultural, ni de los desplazados, ni de la corrupción que empeora todavía más el impacto negativo de la presa.

A pesar de los datos del proyecto, la carga energética de las dos centrales hidroeléctricas a la llegada no va a representar una importante mejora por la acumulación de pérdidas en la línea (ninguna de las grandes presas que se han construido ha alcanzado los niveles de mejora económica o de producción eléctrica). Suponiendo que la producción energética pueda ser mantenida a pesar de la contaminación por cieno.

Con respecto al impacto ecológico no hablaré de las pérdidas inmediatas. En una región de grandes movimientos de tierra cuya vegetación se pierde (las fotografías por satélite muestran la gran pérdida en vegetación a la que se ha llegado durante la fase de contrucción), el aumento de sedimentos que van a ir a parar a la presa hacen que el cálculo estimado de 530 millones de toneladas anuales de sedimento se quede corto en un plazo muy breve de tiempo, habrá más cieno que agua. La energía hidroeléctrica son saltos de agua no de cieno.

Para lo único que podría servir de verdad la presa es para controlar las inundaciones y hay sequía.

Y después de ver la película, me disculpáis pero yo sólo tengo el cuerpo para hacer un haiku, un lamento por el Yangtsé:

Nadie ganará,
Una vez más el hombre,
al río mata.