Un superhéroe mediático presume de encontrar la tan ansiada paz, una armadura que genera muchas posibilidades y comienzan las amenazas... la película parece imitar las estrategias de la guerra y del gobierno pero se luce demasiado de cara a la galería, con espectáculo bochornoso en el GP de Mónaco, sentido del humor repelente e incluso una sensualidad irritante... tiene en manos las últimas tecnologías pero todo es puro relleno sin sabor, redescubrimiento de energía en forma de un nuevo elemento químico... una patada a toda la ingenieria para todos los públicos, suerte que su atrevimiento es salvado por un final con un atractivo que otras películas del sub-género no pueden igualar, por lo menos hasta que aparece de nuevo el señor Rourke y firman una escena final que vuelve a devolverla a la mediocridad.