A veces la vida se hace imposible, parece como si el alcohol fuera lo único que armara de paciencia a las personas, ladrones de ganado y forasteros, todos en el pueblo están dolidos, parece que ya sólo la pelea pueda calmarlos, a vomitar y a empezar de nuevo... pero esta vez se salen de la monotonía, un asesinato, a todos se les viene una palabra a la menta, linchamiento, este arranque clásico se convierte en una crítica social dentro del género, una patrulla armada por el prejuicio y el odio, la búsqueda de estos descerebrados es la de la propia ley.

El método es el de las malas caras, la reacción de cada personaje ya les vale para describirlos, el asunto es serio y un sheriff interino no parece ponerle solución, algunos ponen equilibrio pero sólo consiguen someter al espectador, el resto creen en un deber con designación oficial ilegal, son diablos que se ven atraídos al castigo para saciarse, y una recién casada que parecía ese personaje clásico pero que al final poco tenía que decir en el asunto, sólo añade misterio al pasado de un protagonista que al decir la verdad tampoco es tal ya que todo el reparto tiene su importancia.

Es el camino de la soga, sin derechos, un juicio en campo abierto, a veces la ley es lenta, otras es poco lenta, una farsa con un muerto como testigo y con muchas molestias por parte de la muchedumbre, me quedo con la sensación de que "Incidente en Ox-Bow" trata de representar a un pueblo en un acto de inconciencia, sometido a un poder superior a su voluntad, el del olor a carne fresca, porque no veo en ella mayor necesidad de expandirse fuera de esa reunión, ni de desarrollar mayor dramatismo en ellos, sólo sabe decirnos quiénes cojones son los forajidos.

Una hermosa carta contra el ganado marcado sin factura de un muerto, todos le ven culpable, el dilema es entregarlo o ahorcarlo, y aquí entran en juego los propósitos humanos, la sed de venganza de su mejor amigo, el mayor acierto a la hora de transmitir al espectador son esos planos llenos de pecado que delatan la conciencia humana