Qué bonita película esta "Malèna" y al mismo tiempo qué triste. Qué paisajes de la bella Sicilia, lugar que la vida me ha dado la oportunidad de conocer de primera mano. Qué cerrados, a veces, los habitantes de esos pequeños y humildes pueblos y cuánto daño pueden hacer con sus largas lenguas y sus vidas vacías.
Giuseppe Tornatore dedica esta película a su padre y se saca de la manga una maravillosa historia sobre la envidia, la estrechez de mentes y el despertar sentimental y sexual de un adolescente de 12 años. Ese adolescente es, para mí, el alma de la película, interpretado magistralmente por un chico de 15 años llamado Giuseppe Sulfaro sin experiencia en la actuación y que no había visto en su corta vida el cuerpo desnudo de una mujer hasta que Tornatore le eligió para ser Renato en este film.
Sulfaro está perfecto en un papel lleno de miradas y gestos. Junto a él, la bella Monica Bellucci ue tendría que aprender el dialecto siciliano para meterse en la piel de la envidiada y deseada Malèna. La Bellucci no tendría que hablar mucho en la película ya que ésta lo dice todo con sus miradas y sus gestos, con su movimiento y su melancolía. Creo que la italiana está impecable y no podría imaginar ya a otra actriz como Malèna.
La música del maestro Ennio Morricone me pone los pelos de punta, me llega al alma, me toca con esa tristeza que no deja de invadir todo el tiempo a esta película.
Muchos se quedarán sólo con el físico de Monica pero "Malèna" es algo más. Es ese odio irrefrenable por lo bello, esa envidia malsana que corroe al que no puede tener lo que otra tiene, ese poder de poder decir lo que se nos de la gana aunque con ello se pueda destruir la vida de otra persona y no sea cierto, es ese poco respeto por la situación personal de otra persona, la falta de empatía, el deseo y el amor no correspondido y todo ello con la segunda guerra mundial de fondo y la situación de una Italia empobrecida que sufre las consecuencias de las decisiones de un tal Duce.
Un saludo y Buena Fortuna, Signora Malèna.
Tess