Gene Wilder, el niño bonito de Mel Brooks, es un genio aunque parezca encasillado por su físico, con esos ojos claros llenos de expectación y asombro, parece que incita a la sonrisa pero no. La prueba es que lo pasó muy mal cuando se montó en el coche con Bonnie and Clyde, mucho antes que aquí con Richard Pryor. Esto es una parodia de películas de trenes y supera a todas ellas porque es un auténtico viaje continental en el que pasan cosas no buscadas, buenas y malas. Y ahí está Tiburón, qué le cuenten a JB si le hizo gracia, y uno de los malvados más frío que puedas encontrarte, el prisionero que lo fue, con el número 6, Patrick McGoohan, y una suerte encontrarse al sheriff Clifton James viendo la tele a su rollo, ¿repitió el papel de Vive y deja morir? Es memorable la secuencia de este sheriff recibiendo las explicaciones del pobre señor Cadwell que le han tirado del tren sin ninguna explicación y ha visto morir a un montón de gente.

El que se la pierda peor para él. Música ambiental de Henry Mancini para un coche cama y encima acompañado, ¿qué más quieres? Narración exacta para un precioso viaje en tren en el que alguno podrá ir admirando el paisaje y otros no, porque ocurren todos los tópicos que pueden pasar por los pasillos de los vagones de un tren de largo recorrido, pero bien contados, con gracia, drama y tiros. Es un placer viajar en tren.