Muchos puntos calientes alrededor del centro de coches de ocasión. Y Harry Madox (Don Johnson) los pilla todos. Un claro ejemplo del cine americano: money, coches y rubias. Ochentera aún en cuanto al erotismo, Dennis Hopper nos mete en una ciudad de aspecto fronterizo con todos los elementos para pasar un buen rato. Siempre admiré a Don Johnson.

Me vienen a la cabeza los Davides, Hasselhoff y Soul, que hicieron sus pinitos en la canción tan ricamente porque de casualidad vi el video de Don Johnson cantando Tell It Like It Is y me dije: Qué bien lo hace. Este tío también tuvo su época dorada. Hay que volver a él. Un grande de la pantalla que estuvo casado con Melanie, nada menos, que le abandonó porque bebía más que el príncipe de Hannover; otro grande, sin duda, ya van quedando pocos. Ella luego se casó con el pipiolo, el muso del gordito relleno, como todo el mundo sabe.

Pues además, Don es un buen actor y hay que ver cómo cumple en esta película bien rodada, erótica en su justa medida, no hay más ni hay menos, y una banda sonora que compagina a las mil maravillas. Escenario idóneo con punteos de guitarra y un guion divertido y serio al mismo tiempo. Uno se espera que la película no pase del 4 en la media de la página, pero asombrosamente la gente ha sabido ver la calidad del film. Cuando lleguen hasta aquí los intelectuales, esos que hacen críticas que parecen trabajos de fin de curso, palmeros del cine iraní, ruso y japonés, empezará a bajar. No, no me imagino a Don Johnson haciendo el llorón en el neorrealismo italiano.