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Antonio Morales rating:
5
Comedy Audrey Hepburn was never more sleek and glamorous than in this delightful romantic caper costarring Peter O'Toole and directed by William Wyler. She's the chic daughter of a renowned art collector and covert forger (the always eccentric Hugh Griffith) who's deposited his best work, a famous statue, in a Paris museum. Trouble is, technology can now detect such forgery, so Hepburn plots to steal the statue with the help of O'Toole, an ... [+]
Language of the review:
  • es
July 5, 2014
5 of 10 users found this review helpful
Durante la década de los setenta William Wyler realizó films de muy diversa calidad, manteniendo un nivel aceptable, desde el drama a la comedia pasando por el musical, como si quisiera demostrarnos, que no sólo había sido un maestro del melodrama y el péplum, que podía realizar cualquier género que se le presentase, incluso la comedia sofisticada como ésta que paso a comentar, pues aunque el cine había cambiado, él no estaba dispuesto a que lo jubilaran anticipadamente.

Da la impresión a primera vista que Wyler se acerca al estilo de “Charada”, la maravillosa comedia sofisticada y de intriga de Stanley Donen, con la deliciosa Audrey Hepburn, siempre rodeada de Givenchy y Cartier en un París de ensueño. Incluso el papel de Peter O´Toole recuerda al personaje de Cary Grant escondiendo su autentica personalidad, y hasta un chiste sobre Hitchcock lo corrobora. Pero lejos de los resultados del film de Donen, en aquellos tiempos, los cineastas americanos tenían la mirada puesta en París, en la comedia llamada burbujeante (en una escena padre e hija brindan con champán). Pero, se mire como se mire, el coqueteo de Wyler con la comedia sofisticada de los sesenta, está un poquito forzada, en mi opinión.

Otro modelo en el que trabajó es la estética del Pop y el Pop-Art, los millonarios americanos aficionados a la pintura, los coches deportivos, los salones del hotel Ritz en la plaza de la “Vendome”. El argumento es desenfadado, Charles, un afamado coleccionista de arte (aunque, en realidad, un consumado falsificador de pinturas), cede para una exposición en un prestigioso museo de París su pieza más valiosa, La Venus de Cellini. La Venus no es de Cellini si no del ya fallecido padre de Charles (igual de consumado falsificador, pero de esculturas). Su hija Nicole (Audrey) se oponía al préstamo pero cuando el museo decide organizar una tasación para asegurar la pieza de cara a la exposición la situación se vuelve urgentísima. Ya está servido el cóctel para que se suceda la comedia, la intriga, el romance, la sofisticación y el humor, todo ello un poco descafeinado.
Antonio Morales
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