Comedia romántica de las habituales, con sus fórmulas de siempre. Aún así, yo no desdeño una película simplemente porque no se salga de lo corriente, y si me ofrece elementos para el entretenimiento y el disfrute, entonces puedo apreciar sus virtudes, por pocas que sean.
Ésta es una historia sobre el destino, sobre las fuerzas de la providencia que actúan sin que los protagonistas se percaten al principio.
Elizabeth Masterson es una joven médica que trabaja muy duro para ser admitida en la plantilla de un hospital de San Francisco. No tiene apenas tiempo para otras cosas.
David Abbott es un joven que busca piso en San Francisco para pasarse los días tirado en el sofá, bebiendo y sin hacer nada.
Lo que ellos no saben es que van a conocerse en las circunstancias más extrañas y curiosas, de un modo que nunca hubieran creído. Elizabeth necesita ayuda desesperadamente y comenzará a despertar a David de su letargo cotidiano. Cada uno de ellos arrastra graves traumas en su pasado y descubrirán que se necesitan uno a otro para encontrar la liberación y restablecer el equilibrio.
Divertida y entrañable, con buenos papeles protagonistas y secundarios a la altura, con algunas sorpresas incluidas y una relación muy especial y nada corriente entre Elizabeth y David, que se va desarrollando de un modo que no llamaríamos precisamente convencional.
La fotografía se inspira mucho en hermosos planos y vistas de San Francisco y en ciertos toques de colorido y belleza cuando se recrea en los jardines. Los efectos especiales están bastante bien. La trama se desarrolla con agilidad, sin cansar ni aburrir. Los diálogos son muy naturales y, aunque no sean nada del otro mundo en cuanto a originalidad, tienen sus puntos. La música acompaña de una forma muy agradable.
Absténganse los detractores de comedias románticas, luego no digan que no se les avisó. Se la recomiendo a los que disfruten de una comedia de pocas pretensiones, sin importarles que no sea gran cosa.