Noa (Daisy Edgar-Jones) es una chica que lleva tiempo teniendo citas por internet, pero cada vez conoce a tíos más estúpidos. Un día, comprando en el supermercado conoce a Steve (Sebastian Stan). Bromea, es encantador, guapo y al final Noa le da su teléfono. Después de varios encuentros y de acostarse con él (algo que a él mismo le sorprende haber hecho –pero no sabemos por qué-) Steve lleva a Noa a un fin de semana sorpresa. Terminan en la casa de Steve, que está alejada de todo. Allí droga a Noa y la encierra. Entonces ella descubre que Steve se dedica a operar a chicas para ir quitándoles trozos de carne y enviárselas a otros hombres que pagan mucho por ello. Tiene a más de una mujer, a las que cuida para que sigan con vida a pesar de las amputaciones. Junto con los trozos envía también bragas, fotos, objetos para que los clientes se sientan más cerca de lo que se van a comer.

Tiene algunas secuencias geniales, como en las que bailan juntos, muy bien compenetrados. Casi parecen la pareja perfecta. Hay tramos en los que no estás seguro de si al final Noa se va a quedar con Steve para sobrevivir o si le está engañando. Hacen un trabajo estupendo los dos. También la amiga de Noa.

Entre risas y horror los últimos minutos son lo peor. Todo tenía que haber acabado con la muerte de Steve, pero, casi por sorpresa, aparece su mujer como la que dirige todo el tinglado. A pesar de que a mitad del film descubrimos que ella también fue una víctima.

La guionista Lauryn Kahn creció siendo fanática de las películas de terror y por eso quiso escribir algo que fuese dirigido a varios tipos de público; a los que ya nos gusta ese género y a personas que igual piensan que sólo existe un subgénero como es el de fantasmas, o el gore sin más o los zombies. Creo que logra introducir perfectamente algunos temas que hoy en día son controvertidos (como considerar a todos los hombres como un peligro), pero también hay escenas muy buenas que todas hemos sentido en algún momento con mucho temor o con asco. Enviar fotos de penes es ya todo un clásico, por poner un ejemplo. O las críticas de su primera cita a la forma de vestir de ella, mientras que él no se da cuenta de que es un tacaño, un guarro, y un claro narcisista.

Puede molestar al público masculino. Ofenderse por cómo transcurre la narrativa, pero realmente hay que llegar hasta el último minuto. Para ser un ópera prima es realmente buena.