Esto le puede pasar a muchas películas. Es casi ley de vida. No hay problema en contextualizar algunas obras que son muy notables aunque sus valores hayan quedado (afortunadamente) desfasados. Por ello, la categoría de obra maestra se da a aquellas pelis que logran ser atemporales. Lo preocupante es que "La fiesta" ya parecía bastante vetusta unas semanas después de haberse rodado.

Un dolce far niente de juventud alocada y salida. En descargo de Sanabria y Villaverde, este género se multiplica hasta el infinito en los Estados Unidos y hay colegas que han alcanzado prestigio con trabajos que para nada son mejores que este. Además, aquí está el mérito de que esta pareja logra firmarlo con un presupuesto casi ridículo, lo cual le da un acierto aire de capítulo televisivo alargado. Pero es digna en el apartado técnico.

A nivel de casting logró sacar algún rostro que se aire muy reconocido en el futuro, especialmente Norma Ruíz, quien luego alcanzó bastante popularidad como secundaria en "Yo soy Bea". La gran bacanal se va sucediendo en ambiente madrileño con los chistes y bromas de rigor.

Lo inquietante es que los escasos momentos donde se intenta filosofar un poco en la azotea entre amigos, casi preferimos que siguiese siendo descerebrada y sin pretensiones.