Creo que Carlos Boyero da la clave hablando de que la premisa inicial de esta comedia es brillante, muy original, aunando simplicidad y cinismo. Un puñado de delincuentes de poca monta intenta atracar un banco, para ello, montan una falsa panadería... "Obviamente", sus galletitas se convierten en una de las atracciones de la ciudad y todo un éxito.

Contando con el propio Allen y una excelente Tracey Ullman, el comienzo de este sainete es colosal, aunque, como muchos advierten, va perdiendo fuelle. Debe agradecerse la incorporación del personaje interpretado por Hugh Grant, quien realmente ayuda a hacer más transitable un desenlace alargado y donde el genial director no se muestra tan fresco como al principio.

Quizás no se podía sacar más jugo de un concepto tan simple y debió plantearse hacer un corto, aunque, como es costumbre en este maestro del género, por algunos diálogos, ya merece la pena pagar la entrada y disfrutar de esas pequeñas miguitas del gran talento que siempre va dejando, incluso en su día menos inspirado.

Película a medias...