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Spain Spain · teruel
simón rating:
10
Thriller. Mystery Leonard (Guy Pearce) is an insurance investigator whose memory has been damaged following a head injury he sustained after intervening on his wife's murder. His quality of life has been severely hampered after this event, and he can now only live a comprehendable life by tattooing notes on himself and taking pictures of things with a Polaroid camera. The movie is told in forward flashes of events that are to come that compensate for his ... [+]
Language of the review:
  • es
November 14, 2008
8 of 9 users found this review helpful
Cuando Nolan decidió por fin despertar en el espectador todas esas neuronas que permanecían aletargadas en el rincón más angosto del fondo de la Sala de Cine no sabía que dentro de una nada desestimable, pero a la postre convencional, historia de un tipo con problemas de memoria que buscaba al asesino de su esposa, estaba realizando (con una prodigiosa estructura narrativa y un agilísimo montaje) una de las mejores películas de la historia del cine.
Sólo una mente privilegiada podría hacer casar todas las piezas del puzzle (retazos de una existencia vivida en amargos destellos) que componen esta mayúscula obra, logrando con solvencia el objetivo propuesto: que no es más que la de inducir al espectador a experimentar parecidas emociones a las percibidas por el protagonista en su caótico devenir. De esta forma tan efectiva todo aquel que haya visto este film habrá experimentado la misma sensación de desorientación, aturdimiento, desconcierto y confusión a la sufrida por un Guy Pearce que expresa con desencajado rostro todos esos sentimientos que el director consigue finalmente imponer a su desbordado espectador.
Así las cosas, el film retrata con generosidad y acierto la dicotomía que se produce en las acciones de sus personajes, la dual condición de unos seres muy humanos, como son todos los que aparecen en el film: exponiendo lo mejor y peor que caracteriza a estos, mostrando el haz y el envés de su condición, esto es: el compromiso hacia sus seres más queridos y la mezquindad que preside las relaciones con sus semejantes, el tesón demostrado por momentos en el cruel juego de la supervivencia y la especulación emocional que como servidumbre se desprende de ella; logrando beneficiarse, de esta forma, todos y cada uno de ellos del status que se genera cada vez que se relacionan entre sí.
Película que cuestiona las realidades aparentes, que el protagonista define como certezas, y que terminan desvaneciéndose como castillos en el aire al albur de interesadas informaciones que varían en función de las diferentes circunstancias. Como perfecto ejemplo de ello: la forma y los motivos que originan los diferentes tatuajes que su protagonista va grabando.
Imborrable la escena en la que un Guy Pearce sentado alrededor de una hoguera que alegóricamente consume objetos relacionados con su mujer, divaga sobre lo que significa el desosiego de vivir con el perpetuo y doloroso recuerdo de su fallecida mujer, que como un fuego fatuo todo lo quema, todo lo destroza.
Impagable, finalmente, el momento, ya hacia el final de la película, en la que el protagonista a bordo de su impostado vehículo de lujo discursa sobre el sentido final de sus acciones y vida: ¿Me miento a mí mismo para ser feliz? Tengo que creer que existe un mundo fuera de mi cabeza, que cuando abra los ojos el mundo todavía siga ahí. Todos necesitamos tener recuerdos para seguir viviendo, no soy diferente al resto.
simón
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El niño que quería volar (S)
2017
Jorge Muriel
5.9
(83)
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