A mi parecer, la nueva incursión de los hermanos Coen en la comedia «un género que, por cierto, no siempre se les ha dado bien que digamos» no es un homenaje al Hollywood de los 50, más bien, se trata de una irónica mirada sobre el sistema de producción capitalista y el sistema de infiltración comunista que existía en el aquel Hollywood dorado.

¡Ave, César!, filmada con el estilo personal y reconocible de los Coen, se trate de una muestra de amor al cine. Sin embargo, el resultado puede más que se acerque a un pastiche con mala leche y mucha ironía o una hilarante sucesión de sketches «uno más divertidos que otros», que a una sátira con sentido y que verdaderamente muestre su intención. Con la ayuda de una impecable puesta en escena, los Coen van parando por distintos géneros: desde el western acrobático, pasando por el cine negro, el melodrama, hasta el cine bélico o el musical «ese claqué marinero que cuenta con una fantástica coreografía capaz de disimular la poca gracia de un sosaina Channing Tatum». Más impecable está Tilda Swinton, encarnando a ese doble personaje de unas hermanas gemelas que ejercen de periodistas de cotilleos, y que es digna de mención.

Sinceramente, creo que los hermanos Coen se lo han pasado más bien haciéndola de lo que se lo pasarán la mayor parte de la gente que la vea. Y no digo que con ¡Ave, César! no te ríes, pero de allá para cuando. Y tampoco es una carcajada tras otra, pero si queda bastante claro que es un film que sabe cómo reírse de sí mismo, y capaz de ofrecer situaciones absurdas sin necesidad de caer en lo burdo o lo facilón.