Muy buena película, agradable, refrescante, sin violencia y con un personaje neozelandés maduro y encantador (Anthony Hopkins), sencillo y común pero con una gran voluntad y un gran sueño: batir un récord de velocidad con una moto Indian de 1920 en Norteamérica, viajando desde Nueva Zelanda. Lo logra y, según parece, aún se sostiene la marca al día de hoy. Cuenta las peripecias, tal vez ficcionales, de un personaje real. Sumamente "buena onda" y bello filme que culmina con las pruebas de velocidad de los vehículos que competían en la época en Salt Flats. Para amantes de los "fierros" y para todo el mundo, sobre la conjunción del "hobby" y la voluntad y la inteligencia humanas, unidos a la simpatía y la admiración que despierta un hombre que es un caso aparte y que, por su origen, los norteamericanos llaman "kiwi". Absolutamente excepcional. Excelentes actores y personajes en una sencilla historia que levanta el ánimo.