No sé que es mejor, el hecho de que Aronofsky no pueda hacer una película mala aunque quiera; o que Mickey Rourke haya decidido de una buena vez salir de la cloaca dónde se escondió en los 90 para regalarnos la interpretación del año.

Y es que aunque el último comentario suene denigrante lo cierto es que Rourke estaba más o menos como el personaje al que interpreta en la cinta. Una leyenda de otros tiempos, Bob Dylan decía que “leyenda” no es más que un cortés sinónimo de “ya fue”, pero es que Rourke se levanta como un gigante en ésta cinta. La devora.

La historia nos traslada a la patética y solitaria vida de un carismático pero olvidado luchador, que está en sus últimas y que hace lo que puede para salir adelante; y que en su particular redención logra encontrarse a si mismo y se niega a tirar la toalla. “Sublime” define muy bien la labor del renovado Rourke (esperemos que se mantenga así). Marista Tomei y Evan Rachel Wood complementan perfectamente la película y le añaden un especial toque de decadencia a la de por sí indigna vida de “The Ram”; aunque en honor a la verdad hay que admitir que se quedan eclipsadas en presencia de Rourke. Es que éste hombre borda el papel, un Oscar ni por asomo es suficiente reconocimiento para su actuación.

Imprescindible en mi opinión, y más si se es fanático del wrestling para los que sin duda será un verdadero regalo. Imperdible y sanguinario espectáculo muy por encima de “Juan Pena” y los demás mamelucos actuales de la WWE (y mira que hablamos de una película).