1º Elemento psíquico: los personajes son gentes sencillas, para los que todo se reduce a los esencial: la lucha por la vida y la defensa contra el peligro. Sin duda, personajes como el de Statham o Perlman encajan perfectamente en la planicidad psicológica de la que se hacen gala las epopeyas.

Todo debe centrarse en la acción y debe quedar por espacio para la reflexión; totalmente a rajatabla, la película se rodó corriendo, literalmente.

2º La amplitud del escenario: encuadres sin límite, creando la sensación de epopeya. Este es el paso que más disfrutó Uwe. Subido a su helicóptero, corriendo de arriba a bajo con la cámara, abusando del plano general, sin darse cuenta que sin medios, magnificar batallas da más pena que gloria.

3º El ritmo de sístole-diástole: Contracción y relajación. Uwe mantiene a la perfección el ritmo de expectación/crisis/calma, aunque sea inventándose las situaciones, aunque sea haciéndo el ridículo como en el paso de un grupo por una garganta o un bosque solitario.

4º La escritura:
- Los encuadres de una plenitud absoluta. No hay nada más pleno que un contrapicado de Statham o un “bullet time” de unos ninjas de la época.
- Planos enfáticos para dar una sensación de grandeza. Aquí chochea el pobre Uwe, porque lo único que parece grande es la cabeza de Perlman y las tetas de la rubia.
- Montaje explosivo de las secuencias. Sin ninguna duda, un montaje digno se ser reventado.