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Servadac rating:
7
Thriller A powerfully graphic film (even though no violence is ever shown on the screen itself) about an Austrian family who goes on a country vacation and become the victims of two cold-blooded psychopaths who are out to torture them with their "funny games."
Language of the review:
  • es
December 28, 2006
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Hay, en el panorama fílmico actual, un director austriaco al que le fascina la violencia y sus oscuros laberintos. Un director amante de los planos fijos, casi eternos, y que alterna con sabiduría los silencios y el sonido. Un director que trata de llevar la tensión emocional al límite de lo soportable para el espectador. Pero, curiosamente, en esta cinta no termina de salirse con la suya. La película es, en lo técnico, más que notable; cuenta con actuaciones solventes -no brillantes- y se apoya en un guión sencillo y bien urdido. Un mecanismo de relojería que debiera acongojar y, sin embargo, se observa desde la distancia infranqueable que proporciona la butaca de un cine o el sofá de la sala de estar de nuestras casas.

Es éste un Haneke voluntariamente provocador que juega con una pareja de psicópatas-bufones (el payaso serio y el payaso patoso) dedicados al irritante entretenimiento de destrozar las vidas apacibles de sus semejantes (y digo semejantes porque desde el inicio queda claro que todos los personajes de la cinta pertenecen a la clase acomodada).

No me disgustan los guiños de Arno Frisch al espectador, subrayando el carácter irrenunciable de la manipulación a la que el director nos quiere someter. Todo es previsible, incluso el azar más escalofriante. Lo que tiene que suceder, va a suceder. Y sucede, vaya si sucede. Aunque deban vulnerarse las leyes de la propia ficción o de la supuesta realidad.

Un acierto no demasiado original: sacar de cuadro la violencia.

Un acierto pleno: el paso abrupto de la música de Handel a la estridencia del heavy metal. Con eso queda dicho del modo más directo y efectivo todo lo que va a acontecer.

Cuando se le pregunta por la violencia de su filmografía, Haneke pretende llevarnos al huerto (ese huerto macabro y un punto sanguinolento, tan suyo) declarando que su propósito es sensibilizarnos y hacernos reflexionar. Intuyo que, en realidad, ese mundo le apasiona más allá de lo, digamos, saludable. De ninguna manera quisiera residir en el cerebro de este austriaco.
Servadac
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