Que el cine es oportunista lo sabemos todos. Y el de Hollywood más que ningún otro. De lo que no cualquiera quiere ser consciente es de que todos los países practican el denominado "soft power"; forma de manipulación más intensa cuanto más poder económico tienen sus practicantes (véase spoiler 1). Una herramienta que EE.UU. ha practicado (y practica) hasta idiotizar a medio planeta.

Solo así se explica que, sin haber vivido jamás en EE.UU., cualquiera con acceso a las noticias sepa lo que es el "American way of life", que la hamburguesa y la pizza (en su versión yanqui) se hayan difundido por el mundo, o que tantos productos visuales con ideología estadounidense, ora de cine, ora de televisión, hayan colonizado tantos lugares distantes. El que manda quiere imponer su visión y opinión (véase spoiler 2).

En 1998, la NASA hizo una jugada promocional como pocas: enviar al espacio a un septuagenario, John Glenn. Un profesional brillante que, sin embargo, envejecía como todos. Y lo hizo a petición del propio Glenn, quien lanzó un guante a la NASA que ésta convirtió en jugada publicitaria. La excusa: estudiar el impacto de la microgravedad en un cuerpo anciano (véase spoiler 3).

Mientras esto sucedía, el incombustible Eastwood se marcó una jugada en la dirección y producción que la NASA respaldó: hacer una película basada en enviar a ancianos al espacio. Así nació "Space Cowboys" (2000), cinta de título chulesco, convertida en uno de los ejemplos más burdos y evidentes de "soft power" estadounidense.

Ahora bien, y dicho esto, no menos cierto es que Eastwood es un tío que sabe hacer bien su trabajo, tanto delante como tras la cámara, por lo que el producto final fue una película razonablemente potable... siempre que uno contenga el malestar que representa, claro.

Fanfarrias yanquis, planos épicos, descripción de los procedimientos de la NASA, alegoría del individualismo y las machadas (aunque aquí sean un equipo), aires de superioridad por doquier, y alabanza a la veteranía frente a la juventud. Este último quizás el único punto admirable entre tanta idiotez.

Esto, en manos de un incompetente, habría derivado en una comedia involuntaria y vergonzosa. Un subproducto ridículo que solo hubiera servido de cachondeo. Pero Eastwood es un palomo con galones ganados en muchas batallas, demostrando valía aun cuando lo que hace bordea la inteligencia y supone entrar en un juego impropio de personas íntegras.

En resumen, si acepta pasar por el aro, disfrutará de una película plagada de licencias inexcusables por inverosímiles, pero en donde la acción y las emociones lo arrastrarán hacia adelante. No es un trabajo brillante, pero sus cuatro protagonistas derrochan más carisma que la mayoría de los actores conocidos.