Brad Allen (Rock Hudson) y Jan Morrow (Doris Day) tienen que compartir línea telefónica, ella es una mujer de carácter que se enfurece al comprobar que Allen, mujeriego y seductor tiene siempre la línea ocupada con sus múltiples amoríos. Cerrando el trío protagonista se encuentra Jonathan Forbes (Tony Randall), cliente de Morrow (ella es decoradora) y enamorado (nada secretamente) de ella, pero también jefe de Allen, que trabaja como compositor. Forbes habla maravilla de ella a Allen y éste se hace pasar por otra persona para enamorarla tras un encontronazo fortuito. A partir de ese momento Allen se las tendrá que ingeniar para no ser descubierto.
Una de las grandes apuestas de la película es su estupendamente hilvanado guión, creado con ingenio y buen oficio a pesar de su almibarado tono. Habría que tener en cuenta, claro, la época en que se realizó. Eso sí, el mayor atractivo reside sin ninguna duda en su pareja protagonista, sus magistrales interpretaciones y la innegable química entre ambos.
Aunque menos interesantes, también habría que reseñar la labor del resto de reparto, entre los que destacan Tony Randall como el tercero en discordia o Thelma Ritter, quién interpreta a la borrachina asistenta de Jan Morrow. Primera de las tres películas protagonizadas por Hudson y Day (y secundados por Tony Randall), Confidencias a medianoche es un clásico de la comedia romántica de enredo.
Spoiler:
Las conversaciones a dos (o incluso tres) bandas son algunas de las más logradas escenas, véase por ejemplo la compenetración de Hudson y Day mientras hablan desde la bañera. También destacan algunas escenas cómicas, por ejemplo cuando el personaje de Hudson entra por error en una clínica ginecológica o cuando trata de entrar en el pequeño coche del acompañante de su enamorada. Pero, en definitiva, casi cualquiera de las escenas compartidas por la pareja protagonistas sería reseñable.