Hideo Nakata, realizador de las películas japonesas que originaron estos remakes, sustituye a Gore Verbinski como director de esta secuela. Naomi Watts, por su parte, vuelve a interpretar a Rachel, una mujer que trata de recomponerse junto a su hijo Aidan (David Dorfman) de los terribles acontecimientos que tuvieron lugar en la primera parte.

Perdido ya el factor sorpresa, esta nueva entrega nos ofrece más de lo mismo, pero con escenas de acción y terror más aburridas y demasiados efectismos. Menos mal que Watts es una actriz capaz de hacer creíble lo increíble y pone su talento al servicio de tan desangelado proyecto. Ella y algún momento esporádico acaban siendo lo mejor (¿o tal vez debería decir lo único destacable?) de la función.