El espíritu del reabierto Jurassic World y el de la película que firma Colin Trevorrow (ojo, que Spielberg ya se pone poco detrás de la cámara y prefiere apadrinar series de mierda) es idéntico: "Si nos inventamos los dinosaurios podremos hacerlos más granes y terribles sin que una orda de paleontólogos y frikis se nos eche encima con su jerga ininteligible y diciendo que ese mossasaurio viene a medir lo mismo que la Torre Eifel y chorradas por el estilo". Una vez que cualquier atisbo de rigor científico se pierde en la insondable magia de ese laboratorio turquesa lleno de matraces, animalitos y cosas que burbujean digno del mejor atrezzo del Mundo de Beakman, ya tenemos vía libre para el más puro y onanístico entretenimiento y el más disfrutón de los disloques jurásicos. Vamos a hacer pasta.

Con todo, y a pesar de compartir el mismo ADN y no pocos guiños (la banda sonora de John Williams, los toques de humor, la grandiosidad, esos niños insoportables...), el genio de Spielberg dotó a 'Jurassic Park' de un alma de la que sin duda carece 'Jurassic World''. Aquel brontosaurio hecho por ordenador, tan distinto a las geniales pero acartonadas animaciones de Harryhausen, tan real... Aquello era lo más alucinante que había visto en mi vida. Ahora eso lo hace todo mundo. El 'King Kong' de Peter Jackson es mucho más espectacular que 'Jurassic World'. Hay documentales del Discovery Channel mucho más espectaculares que 'Jurassic World'. Pero, más allá de lo meramente técnico, a este nuevo parque le falta suspense y sangre y le sobra turquesa. Eso sí, hay un par de muertes que serían grandes 'fatalities' del 'Mortal Kombat'.

La historia obviamente es un mero trámite, completamente al servicio del espectáculo, del product placement, del perpetuo homenaje al primer 'Jurassic Park' (de las otras han preferido olvidarse) y de un Chris Pratt bastante más molón de lo que nunca fue ni podrá ser Sam Neil. Todo un macho alfa, tal y como acreditan las hembras, varias de ellas velocirraptors. El trajín que se trae con la hija de Ron Howard, muy al estilo 'Indiana Jones', de puro trasnochado es hasta divertido, pero habrá quien hable de micromachismo. De lo de las motos, mejor ni hablar.

En el polo opuesto al testosterónico Pratt está el tío de los ordenadores, el Nedry de 'Jurassic World', el típico que se cree superlisto porque no deja de teorizar sobre todo pero que jamás actúa y pone de los nervios a todo el mundo, el friki. Este hombre que lleva al trabajo una camiseta del parque original que le ha costado entre 150 y 300 pavos en Ebay y que jamás lava no se enfrenta, que yo recuerde, a un solo dinosaurio en toda la película, pero su empresa es mucho más memorable: ligarse a esa compañera que se sienta en el pc de al lado. No olvidemos que el ataque de la cobra es mucho más letal y dañino que el de un T-rex hormonado genéticamente.