Un hombre negro camina sólo por un barrio desconocido. Se siente inquieto, incomodo. Tiene miedo. Es el prólogo de la película y con esa escena ya me ha ganado. Cuando lo "normal" en el cine es ver al blanquito con miedo en un barrio "sospechoso"; aquí es al revés. Genial.

Conocemos a la pareja protagonista. Van a conocer a los padres de ella, y el tiene miedo. Hay un pequeño detalle que los padres no saben. El es negro. No importa, los padres son demócratas y votantes de Obama. Todo perfecto.

Aquí es donde empiezan los problemas. Se que la película no pretende engañar a nadie, y las pocas sorpresas que hay se ven venir de lejos, pero la forma de actuar de la familia de la chica o de sus invitados está más cerca de una convención republicana o de una reunión de la asociación del rifle que de unos supuestos demócratas liberales. Pero puede que esté ahí el quid. Todos somos muy liberales hasta que descubrimos que estamos llenos de prejuicios.

Mención especial para el amigo del protagonista. Agente de transporte, obsesionado con la esclavitud sexual de las personas de su raza y, como no, negro. Sus apariciones convierten la película en una comedia y son el contrapunto perfecto a las vicisitudes del protagonista.

Una reflexión. Siempre que se dice la película de terror del año, siempre me acaba decepcionando, pero en este caso, aunque mi película de terror favorita del año siga siendo La autopsia de Jane Doe, y esta es más bien un thriller, no me parece mal la etiqueta.