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España España · Madrid
Críticas de Fausto
Críticas 1
Críticas ordenadas por utilidad
9
15 de junio de 2008
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Llewelyn Moss (Josh Brolin) se encuentra en un día rutinario de caza un puñado de cadáveres, heroína y dos millones de dólares en medio del desierto. Vive con su esposa en una mugrienta caravana, así que decide coger el dinero y planificar su huida. Lo que no sabe es que le persigue Anton Chigurh (Javier Bardem) un asesino letal con un peinado que para si querría Joe Ramone y que va armado con una bombona de gas. Tras la pista de ambos, un frustrado y desangelado a la vez que sereno sheriff incorporado por un brillante Tommy Lee Jones, más preocupado por los cambios del mundo en el que vive y por entender cuál es su papel en él que por darles caza. Y este es el triángulo principal del filme: un ingenuo veterano arrastrado por la codicia, un psicópata en estad puro y un quejumbroso sheriff que añora los valores del pasado.
Estamos ante un western decadente donde la droga ha substituido al whisky, pero en el que el sheriff sigue estando sólo ante el peligro. También puede verse No es país para viejos como un western desmitificador de la dorada grandeza del oeste americano impregnado de un derrotismo fatalista cuando no fantasmal. Pero como a los hermanos Cohen les gustan las hibridaciones genéricas y como el material de partida así lo proporciona, inyectan no pocos ingredientes para considerarla una road movie, un film noir o hasta incluso una action movie donde el destino de los vivos lo decide una moneda. Hay pocos y lacónicos diálogos, una narrativa depurada, una sobriedad implacable, un ritmo contemplativo y una elegancia expositiva demoledora.
La manera como aparece el contexto es muy significativa. Paisajes áridos abrasados por el sol; moteles baratos; carreteras secundarias y tugurios fronterizos. En este entorno casi apático, el sheriff Bell está derrotado de antemano, Llewellyn huye sin saber hacia dónde y Anton Chigurh se vale de una personal manera de proceder más cercana a un terminator que a un personaje de carne y hueso. No importa que lo personajes se maten, mueran, huyan o desaparezcan ya que es lo único que pueden y saben hacer. Pensar el porqué lo hacen no vale para nada. Así son las cosas y así hay que tomarlas, casi con la misma resignación que el sheriff Bell escupe el monólogo final a la cámara. Después del fundido en negro cuesta recuperarse del mazazo. Así son los nuevos Cohen y así se lo cuentan. Recogen toda la resonancia del desierto, un paisaje baldío de belleza infinita y sofocantemente física en el que, a falta de diálogos, logran con sus montajes en paralelo que las imágenes dialoguen entre ellas para servirnos un clásico instantáneo.
Fausto
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