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Críticas de Fuyuhoshi
Críticas 2
Críticas ordenadas por utilidad
8
12 de abril de 2011
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine de animación es un medio que sigue viviendo el prejuicio que Disney impuso allá en la primera mitad del siglo XX, y aún hay gente que cree, a pesar de obras como Shrek, Padre de Familia o las muchas, muchísimas series de animación para adultos, que es un vehículo con la única parada de las mentes de los más pequeños de la casa. Por eso da tanto gusto ver una película que, si bien no es puramente para adultos, sí que evita en todo momento aprovecharse de la inteligencia del público infantil para ofrecer una obra más que sólida y coherente, extraña y misteriosa, mágica y sorprendentemente curiosa en su particular inventiva. La historia de un camaleón sin nombre que decide apodarse Rango en una exhibición de labia y creatividad en un pueblo perdido que encuentra de pura casualidad tras haberse extraviado es una obra referente y con muchas referencias, que bebe de muchas fuentes y homenajea a más películas de las que se pueda mencionar aquí. Dirigida con brillante mano por Gore Verbinski, quien ya nos trajo la sorprendente "Piratas del Caribe" (saga que después perdería todo su gusto con sus dos continuaciones, sendos conatos por crear una trama laberíntica que al final se quedó en un mal disgusto), afronta con muchas ganas y pasión su primer proyecto de animación, y lo muestra en cada plano: la película está dirigida como si los personajes fueran de carne y hueso, y los primeros planos tan raros en este tipo de películas están en todas partes, registrando las muchas emociones de sus cada vez más estrambóticos y originales personajes. Deconstruyendo y remontando estructuras, divirtiendo y haciendo reflexionar, con escenas de ritmo trepidante o introspección cuasifilosófica, la película que tenemos aquí no es algo que uno suela ver en las carteleras, y se aleja de muchos modelos de películas de animación que simplemente cuentan historias con personajes no humanos. En cambio aquí el director disfruta haciéndonos disfrutar con planos de una portentosa belleza plástica, y crea escenas de un deleite gráfico y contenido subtextual nunca vistas en el cine de animación comercial. Capaz de saltar de la mejor comedia (ahí tenemos la entrada de Rango en Tierra, el pueblo en el que se desarrolla la película) al drama más amargo (todas y cada una de las escenas de autocrítica del camaleón sin nombre), la película atrae e hipnotiza con su extraña magia a propios y extraños, y deja con un sabor de boca que ya se echa de menos y sólo se ve cuando se ha visto una película de Pixar: el de un hombre que conoce sus herramientas y confía en su talento para explorar y dejarse llevar para encandilar al público por todos medios posibles.
Fuyuhoshi
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3
12 de abril de 2011
9 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me viene a la cabeza ahora mismo las películas de educación religiosa católica que me hacían ver en el colegio cuando era pequeño: retratos gloriosos de los personajes que debía adorar y sus obras, puestas como grandes éxitos o milagros. Ahora que se va mi (si así puede llamarse) nostalgia y vuelvo al presente, me siento muy decepcionado. Yo soy un espectador fiel, y sigo con religiosa devoción a los directores que respeto; por ello me ha sentado como un puñetazo en mis partes el ver que a Roland Joffé (quien hizo en su momento La Misión o Los Gritos del Silencio) le hayan contratado para hacer este cutre retrato del creador del Opus Dei: José María "todos te queremos" Escrivá. La película es básicamente el retrato hagiográfico de un devoto beato que sólo quiere hacer bien en una España que está más revuelta que un panal agitado, y de el cómo de bueno es cuando todo el mundo es tan malo y no tiene un hobby mejor que ir por ahí pegando curas. El retrato es penoso a varios niveles, y en su hórrido maniqueísmo encontramos su mayor pecado: los españoles de la Segunda República son todos unos cabezahuecas que quieren pegar a los curas, los republicanos son unos revolucionarios románticos que quieren pegar a los curas, y los nacionalistas, como hay que pintarlos mal y no pegan a los curas, pues son nazis. Olé. Pero ay fortuna, esta es la punta de un negro iceberg: Joffé se ve forzado a pintar a Escrivá como un santo y le muestra como un personaje puro y virginal, casi el rol masculino de la clásica princesa de cuento pero con un alzacuellos en vez de corpiño; los personajes secundarios son tan planos como las múltiples subtramas del filme, todas y cada una de ellas exentas de cualquier interés, y todo intento por tratar de hacer de la historia un relato moral sobre los errores del pasado gracias a un agradecido intento subtextual de contra una nueva historia se queda en un mal intento al verse eclipsado por el apestoso hedor que el conjunto exuda. El único personaje con matices, un supuesto amigo de la infancia de Escrivá, es un paria que sufre y hace sufrir para intentar que el público le odie, y el desencadentante de todo el evento, la historia del hijo del susodicho que trata de escribir un libro al respecto, es una trama de la que uno se olvida tan fácilmente como se levanta para salir corriendo y así poder fingir que no se ha invertido en ver esta obra tuestacerebros, este parto tan doloroso con supuestos tintes morales, este film concebido sólo para reafirmar la fe de los creyentes y espantar a los que no crean.
Si para esto existe el Cine paren el metraje, que me quiero salir.
Fuyuhoshi
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