"Fue la mano de dios" es una película basada en la adolescencia del director. Un relato del pasaje a la edad adulta del protagonista, Fabiatto. Pero claro, como habréis adivinado, esta descripción se queda corta.

Empieza con un plano aéreo de la ciudad de Nápoles, un día soleado, sublime. Y desde ese momento la ciudad se convierte en un personaje más de la historia. Un personaje en su máximo esplendor, sin ahondar en los detalles que desvelan sus miserias, mejor así.
Y justamente eso es lo inverso que el director hace con el resto de personajes. El contraste con éstos es notable: sus rasgos llevados al extremo, conforman un elenco grotesco. Cada escena que interpretan es un condensado extravagante de recuerdos de infancia del director, cada memoria es tan surrealista como la vida misma. Toda familia es perfectamente imperfecta, y a la vista está, nadie sabe contarlo como Sorrentino.

Sorrentino tiene un don para hacer que en su cine, la ficción supere la realidad. Y en "Fue la mano de Dios" se explaya de manera sobresaliente. En ella encontramos escenas de belleza rara en las que deleitarse y escenas de banalidad cotidiana. La maestría se halla en que ambas se confunden.

A través de la familia del protagonista se explora la complejidad de la naturaleza humana. Sus luces, sus sombras, y como ambas conviven entre caos y armonía.

Siempre pienso que hay que juzgar el final para saber si un filme es una obra maestra. "Fue la mano de Dios" lo es. Y cuando se acaba, no te abandona enseguida, sino que uno sigue rememorando y disfrutando detalles. A eso llamo yo empezar el año cinematográfico con buen pie.