Es una pena, porque la historia de “Inés del alma mía” es épica, pero Eduardo Noriega no está a la altura de su personaje: no se lo cree y por eso se nota que sólo recita el guión. Por lo demás la serie se agradece por recordarnos la proeza de la conquista del Nuevo Mundo, con sus luces y sus sombras. Se suma a la estela iniciada por Hernán, que ya nos abrió el apetito por las series inspiradas en nuestra rica historia.

Tanto los decorados como el vestuario son fieles con la época. La historia es buena y los actores más veteranos hacen buenos papeles. La pena es que peca de lo que pecan todas las series españolas: la poca credibilidad de los actores secundarios que parecen elegidos más por su aspecto físico que por su calidad interpretativa. Los figurantes aparecen excesivamente rígidos en las escenas y poco naturales.