La película me parece sumamente rebuscada en cuanto a la idea de "estereotipo masculino". Está claro que más allá de que pueda basarse en una historia real la intención es condenar al varón, en sintonía obediente a la tónica gramsciana de deconstrucción de las instituciones. Más allá de la límpida estética y la alabada iluminación, los entresijos laberínticos de una mente retorcida vuelven algo indigesta su morosa cadencia. Poco recomendable.

Si la película es una crítica a cómo la sociedad trató a los "científicos" en la pandemia, creo que es injusta. El 80 % de la sociedad no sólo le creyó a la "comunidad científica" y al "consenso global" todo lo que dijeron y contradijeron respecto del "COVID 19", frente al cual el mundo se cerró, cundió el pánico y la inmensa mayoría se inoculó con sustancias y/o genes experimentales.

O sea que los "científicos" deberían estar agradecidos con ese 80 % de la sociedad que acatamos sus mandatos, incluso teniendo en cuenta que el virus puede haber salido de un laboratorio "científico". Evidentemente es justa la crítica de la película a la clase política desvergonzada que privilegia sus fines personales y electorales al bien común, achaque no sólo adjudicable a Trump, como claramente lo indica el film, sino a LA MAYORÍA de los políticos, los cuales son "progresistas" y sin embargo, corruptos.

También es justificada la crítica a la sociedad hedonista postmoderna, superficial y secularizada que frivoliza todo, aunque cada vez somos más los que escapamos a ese patrón.

Y en cuanto a la caricaturización de Elon Musk, bueno, no puedo más que compartirla, porque es un símbolo de la tecnocracia que en cualquier momento nos estará gobernando desde un celular o un chip intracorporal. Y no es para reírse.