Me resulta placentera la forma en la que se trata la eutanasia y la libertad con la que se habla de la heroína y su uso como paliativo del dolor. Sin ñoñerías ni moralidades. Al fin y al cabo es una elección personal que creo debe estar al alcance de todos.

Como puntos menos positivos, los cambios en algunos personajes, sin causa aparente en mi opinión, me han hecho distanciarme de los mismos y créermelos menos. Me refiero a la relación entre el hijo y el padre, y entre la mujer y su marido. De "Tengo un hijo capitalista imbécil" a "Ojalá la vida te regale un hijo como tú" no ha habido más que unos cuantos fajos de billetes soltados de por medio. Y de "Me la sopla que el mujeriego de mi marido esté en el hospital" a "Eres el hombre de mi vida y me río cuando tus amantes hacen bromas sobre vuestros encuentro"... bueno, aquí es que no sé ni lo que ha pasado de por medio.

Las reflexiones sobre el sentido y los altibajos de la vida no tienen desperdicio y algunas partes del guión son para repetirlas en bucle (como lo de comparar el n° de muertos de la IWW y la IIWW con la invasión de América), pero me resulta difícil empatizar y simpatizar con un grupo de izquierdistas académicos pedantes que se jacta de sus ideales, creencias y comprensión del mundo, pero que sin embargo han dado una patada a los valores que rigen su vida diaria y sus responsabilidades familiares elegidas libremente.

Poniendo distancia emocional y dejando a un lado mis valores, creo que es una película muy representativa de un sector de la sociedad en la época en la que se trata. Es un disfrute escucharlos y se hace muy amena.

Me he pasado los últimos 15 minutos de película llorando. Me emociona ese anhelo tan humano de poder crear tu propia verdad a través de tu imaginación, de colorear una realidad que puede parecer más aburrida, menos estimulante, más anodina que cualquier otra alternativa que pasee por tu mente. Por que, ¿quién dice que aquello que imaginamos, visualizamos o elegimos creer es menos “real” que lo que ven los de nuestro alrededor? Creo que toda la película es un elogio a esta pregunta. Un hijo frustrado por la falta de objetividad de su padre, y un padre incomprendido queriendo que su historia perdure tal y como él quiere que lo haga.
Siempre que contamos una historia pasada lo hacemos, queramos o no, desde nuestra perspectiva, mezclándola con sueños, recuerdos, exageraciones, omisiones... ¿Y por ello deja de ser “real”? Al fin y al cabo todo lo pasado ya no existe, por lo que cualquier reproducción que hagamos de ello siempre será una mentira. Y puesto a ser mentira, ¿por qué no elegir la nuestra? Esa mentira que nos contemos a nosotros mismos y contemos a los demás es lo que perdurará, mientras que la realidad más objetiva desaparecerá en cada instante y no tendrá mayor repercusión, a no ser que alguien haga de ella una “mentira” para contar.
La película me ha encantado. Le pongo un 9. Me he perdido en los detalles de un mundo tan fantástico como real a la vez. No me ha dejado indiferente y me quedo con la sensación de que quizás todos deberíamos ser un poco más ilusos.