Soy muy muy fan de Asimov, y la serie no sigue ninguna de sus premisas fundamentales. No discuto ya la estética, el tono cinematográfico o el desafortunado e impuesto casting de la inoportuna y omnipresente agenda Woke.

El problema radica en que el sustrato filosófico, la aventura diacrónica, el humor sutil y el tono blanco y respetuoso tan poco respetado por las cámaras en la actualidad (me refiero a la carencia de necesidad de explicitar relaciones).

Comprendo las dificultades de crear un guión a partir de las novelas, pero no perdono la mediocridad, y en mi opinión los guionistas y adaptadores no solo no están a la altura sino que son bastante cutres y de juguete.

La obra no es tan complicada, bastaba con mantener el tono de tensión que genera Asimov y que no consigue esta tan deseada como fallida adaptación.

Una muy buena serie teniendo en cuenta la crisis de guiones que padecemos. Me ha sorprendido y convencido Pratt como actor y como productor.
Como todas las series basadas en libros hay relleno pero es de calidad, nada de sexo gratuito o Woke. El ritmo me ha parecido bueno, la tensión bien administrada, la cinematografía más que correcta. Verosímil y satisfactoria en su resolución. Original trama dentro del trillado mundo militar estadounidense, pero la visión de Pratt está enfocada al espectáculo.
No engaña con artificios ni promete nada que no cumpla.
Personalmente necesitaba una serie así para reconciliarme con el manido género.
Gran papel de los secundarios.

Hacía tiempo que no veía una "¿película?" tan mala. Es un videojuego gore en el que se suceden las muertes por agotamiento. Carente de guión, de sentido, son meras imágenes de ejecuciones solapadas imposibles. Si ya la primera resultaba desproporcionada, esta tercera es una orgía de mal gusto, personajes poco creíbles, un universo insostenible que me hizo tener que pasar rápido interminables escenas de violencia gratuita y demasiado coreografiada. Un producto para millenials adictos a videojuegos carentes de gusto cinematográfico.

La ausencia de un esqueleto argumental derrumba este costoso castillo de naipes plagado de buenos actores que parecen haberse equivocado de producción.

Decepcionante ejercicio visual. No se puede negar que la estética inspirada en la obra de Simon Stålenhag está bien llevada a la pantalla, pero se queda solo en eso. El conjunto de la serie pretende tener un significado global, y de hecho solo se puede entender en conjunto, pero la calidad del guión es algo pobre. Con un poco más de talento y los mismos actores bien podría haber resultado pasable, pero es un ladrillo intragable que decepciona por sus carencias, sus pretensiones no logradas y su parsimonia carente de conexión con el formato televisivo. Mejor en cómic.

La serie presenta a un Reacher más creíble que Cruise, aunque también mucho peor actor. Es entretenida, y se agradece en su mayor parte la ausencia de los elementos comunes que recientemente pudren el mundo audiovisual, el activismo de cualquier tipo. Aún así, Willa Fitzgerald deambula con destreza en la cuerda floja de lo improbable, pero defendiéndose con destellos de talento.

La trama arranca con cierta torpeza y se acelera al final de la serie de forma algo precipitada, con momentos extemporáneos que desentonan en la tónica sarcástico violenta ligera general.
Las peleas resultan medianamente creíbles dado el tamaño de Alan Ritchson, que hace lo que puede infructuosamente por dar algo de profundidad al personaje principal.
Me ha resultado medianamente simpática y afortunadamente poco contaminada. Para pasar el rato con una bonita fotografía de Georgia.