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España España · Madrid
Críticas de Pablo
Críticas 3
Críticas ordenadas por utilidad
9
16 de marzo de 2007
92 de 110 usuarios han encontrado esta crítica útil
Definitivamente el ego de Lars von Trier ya sólo puede compararse al de Godard. La única diferencia es que el danés es capaz de reírse de sí mismo.

El jefe de todo esto es una comedia bastante ácida sobre las relaciones laborales. Pero eso es una excusa. En realidad, se rie de los actores, los directores, el cine Dogma, la manipulación emocional (temas bastante presentes en toda su filmografía), las relaciones entre daneses e islandeses... Todo ello contado por un Lars von Trier bastante cómodo en su papel de Dios, controlando, narrando y comentando todo desde su grua.

Por supuesto que las ganas de jugar no se quedan sólo en el guión. Siguiendo su costumbre de intentar retorcer el cine al máximo, Trier rueda la película "ayudado" de un ordenador que elige una secuencia aleatoria de encuadres. Curiosamente el resultado es una cámara bastante más invisible que cuando la lleva al hombro, y un montaje sincopado (con constantes saltos de encuadre y constantes cortes), por otro lado no demasiado distinto del que ya hemos visto a gente como Godard o Woody Allen (o por supuesto, Jorgen Leith en el primer segmento de esa gamberrada titulada "Cinco Condiciones").

Así que con los 50 recién cumplidos y una filmografía ya extensa a sus espaldas, Lars von Trier sigue con ánimo juguetón. Y por muchos años.
Pablo
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2
13 de marzo de 2007
21 de 34 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fui con grandes expectativas a ver La Vida Secreta de las Palabras. A los cinco minutos ya estaba fuera de la película. En el momento cumbre estaba ausente. Y al final no sabía si sentirme ofendido, cabreado o estafado.

El gran problema es, como siempre, el guión. En primer lugar, el personaje protagonista no actúa como debiera (creo conocer bien la psicología del tímido), sino como le resulta conveniente a la guionista. Mal, Isabel , mal. Si una persona es tan introvertida como la retratas, dudo mucho que se levante a hablar con la persona de la mesa de al lado, y de hacerlo tardará bastante o se quedará pensando un buen rato si debía haberlo hecho o no (y ya puestos, mejor que mandarla a una plataforma petrolera con un enfermo, ¿por qué no hacerlo a una abadía sadomasoquista o la casa de un psicópata? Hubiera salido una película más divertida). Llegamos a la plataforma, habitada por una banda de secundarios definidos a brochazo limpio (salvo un par de toques politicamente correctos). Todo ello aderezado por los inacabables diálogos entre Sarah Polley y Tim Robbins (aburridos incluso en los momentos cumbres), la presencia de Javier Cámara (en el papel de Javier Cámara, el único secundario que está algo esbozado, no mucho, pero algo) y unos interludios poético musicales a los que solo les falta el cartel de ¿Te gusta conducir?

Sobre el tercio final, qué decir (aparte de que el amigo con el que fui estaba completamente dormido). Manipulador hasta decir basta, con un final que hace que la cosa remonte algo el vuelo (no mucho, pero algo). Y no me olvido de ese toque cursilón de la voz en off, pero me parece que tampoco merece mucho más comentario.
Pablo
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8
13 de marzo de 2007
11 de 14 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ozon trata el tema de la proximidad de la muerte con una sensibilidad enorme. Renuncia desde el principio a convertir a su protagonista en un mártir o un héroe. Romain (un extraordinario Mevil Popaud) de puro humano hay momentos que resulta antipático (por momentos parece una versión nihilista de Kanji Watanabe, el recto funcionario de Vivir de Kurosawa), aunque la evolución del personaje va limando todas estas aristas (sin llegar en ningún momento a convertirlo en un santo) hasta llegar a uno de los finales más elegantes y sensibles (que no sensibleros; Ozon afortunadamente no juega en esa liga) que uno ha visto en mucho tiempo.

La película solo tiene un punto ligeramente flojo, la historia de la camarera, pero Ozon sabe convertir una historia francamente anecdótica (y algo traída por los pelos) en un momento clave en la evolución del personaje y en un pequeño desahogo en medio de una trama tan sobria como contundente.
Pablo
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