Dos hermanas: una de ellas, Ester, representa la mente, la otra, Anna, representa el cuerpo. Viajan juntas, se necesitan mutuamente al tiempo que se odian, y se desenvuelven en un entorno cuyo idioma desconocen.

Ester es intelectual y su cometido es traducir. Asimismo, espía a Anna, se hincha a alcohol y tabaco, disfruta con el onanismo, y recrimina a Anna su gordura y que necesite ponerse a dieta. Su estado de salud parece mejorar cuando Anna descansa. Anna es lujuriosa, busca compañía, y desea que Ester muera.

Ahora bien, ¿qué es lo que representa Johan, el aparente hijo del cuerpo y que sólo éste puede tocar? ¿Quién, en vez de leer a la mente, decide mostrar una breve función de marionetas en la que una golpea a otra, habla en un idioma extraño porque está asustada y no canta porque sigue enfadada? ¿Qué es lo que acompaña al cuerpo cuando la mente muere? ¿Quién o qué recibe y atesora un pequeño legado consistente en unas pocas claves que la mente ha logrado traducir de un idioma desconocido?

Qué ironía, pero cuán diferente nos resulta el mensaje de Bergman conforme vamos adquiriendo claves con las que traducirlo.