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Críticas de vazquezvarela
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Críticas 19
Críticas ordenadas por utilidad
8
26 de noviembre de 2015
130 de 158 usuarios han encontrado esta crítica útil
He de confesar que en mi casa nunca ha habido ni un solo producto de Apple, por lo que mi admiración hacia este señor es más bien escasa. Los motivos que me llevaron a ver esta película, además de que me gusta ir al cine, son principalmente dos y tienen nombre y apellidos: Danny Boyle y Michael Fassbender. Del primero podemos decir que probablemente sea uno de los directores británicos más influyentes de las últimas décadas, con obras a sus espaldas como Trainspotting (1996) o la ganadora del Oscar Slumdog Millionaire (2008). Sobre el segundo diremos que le abala su pasado (Hunger, Shame o 12 años de esclavitud), le reafirma su presente y nos ilusiona su futuro. Un actor a tener en cuenta.

Pero bueno, centrémonos en la película. Personalmente, me ha gustado mucho, y además creo que funciona a diferentes niveles. El primero. y puede que más importante, es que entretiene. Y no es para nada sencillo que un filme de 2 horas sustentado a base de diálogos lo haga, pero está claro que la excelente banda sonora (con una enorme presencia de Bob Dylan) y su dinámico montaje ayudan a conseguirlo. Y aquí hay que hacer un inciso. Si bien es cierto que existe una máxima en el audiovisual que dicta show, don't tell, no es menos cierto que presenciar un film con buenos diálogos a través de buenas interpretaciones es una de las mayores delicias para los amantes del 7º arte. Y en esta película los hay. Además, no hay que olvidarse de la dificultad que supone escribir diálogos aceptables para la gran pantalla, sin duda la parte más compleja a la hora de construir un guión.

Ya que hablamos del guión, vamos a profundizar un poco en su estructura. Tres actos claramente diferenciados al más puro estilo aristotélico con dos poderosos clímax más o menos claros y situados correctamente. Me llama especialmente la atención el planteamiento de la historia y su fantástico uso de la elipsis. Como buenos voyeurs que somos (¿por qué sino veríamos películas?), se nos ofrece lo que habitualmente no se muestra y, en este caso, donde ocurre lo más interesante: entre bastidores, los cual nos recuerda algo a Birdman (2014). Si quisiéramos ver las presentaciones de los productos iríamos a YouTube, no al cine, pero aquí se nos cuenta lo que hay detrás de ellas.

Otro de los niveles a los que funciona es al interpretativo. Uno de los motivos por los que las 2 horas de metraje no se hacen pesados es por el gran nivel del elenco (y de sus diálogos también). Aunque todos los secundarios rayan a buen nivel, es sin duda el principal, Michael Fassbender, el que carga el peso del filme a sus espaldas. Y es que su enorme trabajo a la hora de dar vida al antisocial y perfeccionista Steve Jobs seguro que no pasa desapercibido para la Academia.

Las comparaciones son odiosas, pero en este caso es imposible no pensar en La Red Social (2010), entre otras cosas porque el guionista de ambas películas es el mismo, Aaron Sorkin. Las dos nos hablan de dos seres incomprendidos, obsesivos y visionarios que a través de la tecnología alcanzaron el reconocimiento mundial y algunos que otros millones de dólares. La principal diferencia que yo veo entre ambas es que la película de Fincher nos cuenta el inicio del gigante que ahora es Facebook y, en cambio, Doyle prefirió utilizar lo que en literatura se llama in media res, es decir, empezar por el medio. Cuando empieza el film nos encontramos a un Steve Jobs famoso (no venerado como después) en una empresa llamada Apple que está a la vanguardia en su terreno.

El último nivel de los que hablábamos al principio es que funciona como jarro de agua fría, como llamada de atención a todos aquellos que lo elevan al nivel de un Dios. Como todos los genios, Jobs tiene un lado oscuro que, por lo que retrata el biopic (basado por cierto en la biografía homónima y autorizada del empresario informático) es muy grande. En él se nos habla de sus relaciones profesionales y familiares, aunque en mi opinión a las segundas les faltan algo de profundidad. Steve Jobs es retratado como una especie de Sheldon Cooper obsesivo, orgulloso, cínico y totalitario (de hecho hay un momento en el cual se compara con Julio César). Una de esas personas que adoran el control y se niegan a admitir que no tienen la razón absoluta. Parafraseando al rapero Rafael Lechowski: "que necia vanidad la del genio, que en un mundo a punto de extinguirse, sueña con ser eterno". Razón no le falta.
vazquezvarela
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9
28 de noviembre de 2014
17 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siempre he defendido, al contrario de lo que muchos piensan, que el odio es necesario. No sé si bueno, pero sí necesario. Siempre nos ha dicho que disfrutar con las desgracias ajenas es de malas personas. Lo admito, soy una mala persona, y a mucha honra. Con "Relatos Salvajes", he disfrutado como hacía tiempo que no lo hacía viendo una película. Salí del cine con una sonrisa, pero una sonrisa canalla, como esa que te sale de niño al escupirle a un calvo desde la ventana de casa. Y sí, salí así de sonriente después de disfrutar de dos horas de desgracias y desdichas humanas. Soy un cabrón.

Seis relatos (muy salvajes sí, el título no miente) que no dejarán indiferente a nadie. El primero, y el más breve, nos hace despegar hacia el paraíso del humor negro. Abróchense los cinturones y coloquen la mesilla en posición vertical, que el viaje promete ser movidito. En cuanto acabó, ojos como platos, y unas ganas enormes de que el filme continuase. El segundo segmento, más oscuro y desaliñado que su predecesor, nos presenta una disyuntiva entre lo justo y lo ético. Todos queremos lo justo (lo políticamente incorrecto, vaya), no nos engañemos. En mi opinión, este es el relato más flojo, lo que no quita que se disfrute de igual manera. Tras este, llega uno de los puntos álgidos de la obra. Szifrón "se mea" en cualquier película de la saga "A todo gas" con está feroz y épica batalla entre dos coches, y sus conductores. Las carcajadas casi ni nos dejaran oír los pocos diálogos de esta parte.

Llegamos a la mitad de la película, y parece que llevamos sólo 15 minutos en la butaca. Material fresco, divertido y, sobre todo, brutal. A cada relato que pasaba, mi yo pesimista quería convencerme de que el siguiente relato seguro que sería flojo, que la cinta no podía aguantar este ritmo frenético. Bueno, pues gracias a Dios, o a Damián Szifrón en este caso, esa escéptica y repelente vocecita interior se fue apagando ante la evidencia de que aquello no decaía. Ya lo decía Mercury, el show debe continuar (y qué show)

Llega el paso de ecuador en el Grado de Hijoputismo y nos encontramos con otra joya, una bomba de humor negro tan palpable como la vida misma que nos explota en nuestras mismas narices. Aparece en pantalla el gran Darín, y con esa capacidad que solo él tiene, al instante empatizamos con él.Parece casi un amigo de toda la vida. Sus desdichas son nuestras desdichas, su rabia es nuestra rabia. La injusticia nos señala el camino en esta maravillosa historia. Maravillosa porque, como somos unos cabrones, nos reímos, aunque a nuestro entrañable 'Bombita' no le haga ni un poco de gracia. Como "Relatos Salvajes" tiene complejo de montaña rusa, ahora toca bajar, y nos encontramos un panorama de todo menos divertido. Ya está el yo pesimista otra vez rosmando por lo bajo. Un argumento como este daría para hacer un melodrama de pura cepa. Pues bien, no será el mejor relato (ni de lejos), pero es sin duda el que más mérito tiene. Ser capaz de sacar aunque sea solo una sonrisa, media carcajada, de semejante ambiente, ya hace al bueno de Daniel merecedor de todos nuestros alagos. Por las noches, aun me sigo sintiendo mal por haberme reído de algo así, pero bah, qué más da, soy un cabrón. Y antes de la bajada final (el salir del cine, vaya), pues llega la subida final. Y, creedme, no va a dejar a nadie indiferente. Hemos visto muchas bodas a lo largo de la historia del cine, pero seguro que ninguna como esta. Que Dios nos pille confesados, que esta pareja no se anda con tonterías. Si la hipérbole había tenido presencia a lo largo de la película (es una gran hipérbole más bien), aquí llega al cenit, a lo superlativo, al 'Hall of Fame' de lo exagerado.

Y se acabó. Esto se pasó volando. Cuando empezaron a deslizarse los créditos finales, tenía la vaga esperanza de que fuera una broma, y al rato apareciese otro relato en pantalla. Pero no. Las luces del cine se encendieron y la gente empezó a irse (con una sonrisilla en la boca, ya os lo dije antes). Al salir me esperaba un diploma como recién graduado en hijoputismo, o una chapa que me reconociese como un miserable oficial, pero no, lo único que me llevé a casa fue la entrada de recuerdo, una sonrisa de oreja a oreja y la sensación de haber sido feliz durante dos horas. Aunque haya sido a costa de los males de otros. Eso qué mas dará.
vazquezvarela
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3
14 de enero de 2015
39 de 64 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de empezar, ya me veo venir hacia mí a un ejército de gafapastas armados con negativos, pero espero ser capaz de combatirles con el sentido común. El título de la crítica creo que deja bastante clara mi opinión acerca de la película. Algunos me diréis: "el cine no es sólo diversión, es mucho más". Y razón que tenéis. Pero tampoco le veo el "mucho más" a Ida.

Empecemos por lo positivo. Es una película corta. Esa es su mayor virtud. Llega a durar dos horas y probablemente me habría patrocinado la siesta de ese día. Otra virtud es su magnífica fotografía, de lo poco destacable de la obra. Magníficas localizaciones a las que el blanco y negro le quedan como anillo al dedo. Y el arriesgado formato en 4/3 también es un acierto en mi opinión, dándole ese mayor aspecto de documental al filme, imprimiéndole más realismo. El tratamiento de la luz es digno de mención. Vaya, que el apartado visual me gustó bastante, sus planos, encuadres, localizaciones... La dualidad de las protagonistas, tan diferentes, tienen muy buena química en pantalla. Es una relación minimalista y curiosa.

Y aquí se acaba lo bueno, no soy tan generoso como para andar a regalar alagos a quién no los merece. Cuándo en vez de 80 minutos, crees que has visto 4 horas de película, malo. Muy malo. El ritmo lo es casi todo en el cine. Y ojo, ritmo lento no es lo mismo que aburrido. La lentitud es necesaria en esta obra como en muchas otras. Hay obras buenísimas de ritmo lento como "Bailar en la oscuridad" o "Nebraska". No vamos a hablar del holocausto y el extremismo religioso católico con movimientos de cámara a lo Wes Anderson, lo sé. Pero lo que el ritmo te da, el ritmo te lo quita. La cadencia es lentisísisima, mata a la película. Quita el escaso interés que puedes tener en la historia. Creo que este tipo de cine, de tanto que quiere contar, no cuenta nada. Es lo pretencioso hecho producto audiovisual.

Para terminar, aplico la crítica de Scott Foundas sobre "Under the Skin" (otro somnoliento despropósito, que ni la desnudez de Scarlett consigue mejorar) a "Ida": "lo peor de la película no es que no pase casi nada, es que lo que sucede no es demasiado interesante". Imposible describir mejor esta película con menos palabras. Bueno, sí, aburrida. Y pretenciosa.
vazquezvarela
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6
1 de diciembre de 2014
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
En serio, me da mucha rabia ponerle este 6. Me da rabia porque es fruto del talento de un buen director, y además español. Pero me aburrí viéndola. Me aburrí bastante. Además de no ser precisamente corta (130 min.), su ritmo narrativo no ayuda en absoluto. Se me hizo eterna. Aun así, hago esta crítica porque me ha parecido una película realmente interesante, y que da mucho que hablar. Y por eso me gustaría ponerle más nota, más que un mediocre 6, más que un simple y llano "interesante". Pero es lo que hay.

Realmente, tenía muchas ganas de ver esta película. Tuve la suerte de ver la última obra hasta el momento de Vermut , "Magical Girl", en el cine, y me gustó mucho. Se que tanto el ritmo como la duración de ambas cintas es similar, por lo que a priori no tendría mucha justificación el 8 que le puse a su predecesora. Creo que en "Magical Girl", Vermut pule todos los posibles defectos de esta su ópera prima. "Diamond Flash" es el boceto (muy detallado y bien hecho, eso sí), "Magical Girl" es el dibujo terminado. Se nota a leguas que ambas son del mismo director: manera de filmar, actuaciones, estética, temática, narrativa... Y por eso lo tengo en gran estima, por haber sido capaz de crear un estilo diferente, que lo identifique.

"Diamond Flash" es una película compleja, de estas que no terminan al terminar, no sé si me explico. Que te dejan dándole vueltas a la cabeza un buen rato, vaya. Saltos temporales, tramas entrelazadas, numerosos personajes, imágenes oníricas, destellos de ciencia ficción... Un drama pseudorealista muy personal. Y muy bien hecho. La firma de Vermut está presente de principio a fin. Sus películas podrían ser consideradas casi como teatro filmado: la posición que el autor toma en la trama es muy alejada, sin querer involucrarse. Su cámara se limita a ser testigo de los hechos. Sobriedad sería la palabra que mejor definiría su manejo de cámara. Estática, sin ningún tipo de temblor, sobre un trípode, y sin apenas movimiento. Los movimientos se realizan a través cambios de plano en el montaje. Es otra manera de entender el cine: que sean los actores lo que hablen, no la cámara. Los largos planos de conversación, o de cualquier otra acción, inundan su obra.

Sobre esto último que acabo de comentar, el reparto es realmente maravilloso. Por si aun había alguien que creía que en España no había buenos actores y actrices, aquí tiene la muestra de que se equivoca. Difícil encontrar personajes más convincentes, con diálogos tan humanos, en situaciones tan complejas. Ellos dan vida a la película, le dan dinamismo. Por desgracia, en muchas ocasiones no es suficiente, y el ritmo se vuelve tedioso, y la cabeza se nos atora de continuos y parsimoniosos diálogos (lo cual no quita que estén francamente bien). Curioso también, que la mayoría del reparto esté formado por mujeres, por muy grandes actrices, que son las que mueven la película, las verdaderas protagonistas. Los personajes masculinos son casi extras.

En lo referente al ritmo, opino que esa tendencia a la lentitud es necesaria para alcanzar la atmósfera turbia y pesimista que envuelve a "Diamond Flash". Pero también opino que esa lentitud es excesiva. Flaco favor le hace un ritmo tan pesado a una trama tan compleja. El filme no alcanza el equilibrio necesario para mantenerte en vilo las más de dos horas que dura. Aunque las comparaciones no son buenas, creo que en "Magical Girl" alcanza ese equilibrio, lo cual la hace más accesible e igualmente impactante y atractiva.

Es de resaltar el trabajo de Carlos Vermut en la dirección y en el guión, sobre todo en lo tocante a las elipsis. Su filmografía es una oda a la elipsis, una lección de lo oculto, tanto visual como narrativa. Y realmente es un recurso muy interesante y potente. A veces, llama más la atención lo que no vemos que lo que vemos. Y esta es una película en la que se interpreta mucho más de lo que se dice, y se imagina mucho más de lo que se ve. Todo lo que se omite aquí es un universo a parte, del que no sabemos nada, y que daría casi para hacer otra película. Es como la cara oculta de la luna, que sabemos que esta ahí, pero que nunca la vemos.

En definitiva, película más que interesante, recomendada a aquellos fanáticos de los puzzles y las tramas misteriosas. Como virtud, destacar el bajo presupuesto de la cinta, lo cual demuestre que se pueden realizar buenos productos sin necesidad de grandes fortunas. Su austera y poco vistosa (por no decir fea) fotografía, refuerza su oscura temática, aunque tampoco creo que con su limitado presupuesto pudiese permitirse una dirección artística mejor. Película valiente por su forma y temática (toca un tema tan peliagudo como el maltrato de género y los secuetros de una manera única), y director valiente. A Vermut aun le queda mucho por decir en el mundo del cine. Bueno, o por callar.
vazquezvarela
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7
26 de noviembre de 2014
14 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Así es cómo avanza la película, poco a poco, como quien se va bajando una botella a lo largo de una borrachera. "Paseniñamente", que diríamos aquí en Galicia. Como una apetitosa comida, deben colocarse cuidadosamente los ingredientes, y cocerlos a fuego lento. Lo primero, aunque resulte bastante obvio, es que a quién no le haya gustado el libro, que evite ir a verla, o al menos que no espere que le guste. Es muy fiel al texto, con conversaciones calcadas y momentos representados en pantalla tal cual los imaginamos en su día. Y ya que Blanco Amor no era muy amigo de las elipsis en su texto (salvo en las "frases", o no frases más bien, del juez, que aquí se respeta a la perfección), Ignacio Vilar no iba a ser menos, y detalladamente, sin escatimar en detalles, nos cuenta las aventuras de tres hombres de fiesta por Ourense (o Auria, como su autor la había llamado)

Conocedor de que esta es una de esas historias que se cuentan oralmente, Vilar quiso trasmitir el realismo que desbordaban las páginas de "A Esmorga" en su filme. Huyó de toda artificiosidad, y se centró en representarlos la realidad de la manera más honesta posible, casi como un documental. De ahí la gran utilización de la cámara en mano, de los planos largos (nos encontramos con diversos planos secuencia a lo largo de la obra), de una iluminación realista, una ambientación idónea (la lluvia, las antiguas calles empapadas, el vestuario, el atrezzo, el humo...), una fotografía magnífica (tanto rural como urbana) y un reparto a la altura de las circunstancias. ¿Es lenta? Sí. Pero esa tediosidad ayuda a la hora de conocer y empatizar con los personajes, elemento que chirría en muchas otras películas, en las cuales ni nos va ni nos viene lo que depare a los protagonistas.

Y hablando de los protagonistas, sería injusto terminar esta crítica sin destacar su buen hacer. 'Morris', en el que muchos al ver su cara seguimos viendo al simpático personaje de "Pratos Combinados", nos brinda una enorme actuación en su papel como Milhomes, siendo el más divertido y bipolar de los tres. El vasco Karra Elejalde, en la piel d'O Bocas, nos sorprende con un gallego de lo más cerrado, además de bordar carácter conflictivo y convincente de su personaje. Por último, Miguel de Lira, encarna al más protagonista de los tres, Cibrán o Castizo. El personaje, con su intermitente "pensamiento", endeble cordura y decreciente sentido común, nos guía por lo más profundo de un gélido Ourense pasado por agua.

Para terminar, me gustaría destacar que este es el camino. Como gallego, me siento orgulloso de esta película, y creo que es un paso hacia delante en el cine tanto gallego como español. Esta clase de trabajos, como muchos otros que llevamos en los últimos tiempos ("La Isla Mínima", "Magical Girl", "Cronocrímenes", "Celda 211"...) están dignificando y sanando un muy malherido (e infravalorado) sector. Es tiempo de cambio, tiempo de sentirnos orgullosos de lo que hacemos. Que continúe a esmorga.
vazquezvarela
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