La primera temporada fue la que me enganchó; el personaje de Damon me hizo reír unas cuántas veces y me encantaba ver cómo le complicaba la vida a su hermano, aunque luego resulta que, sin él, está perdido. En la segunda me atrapó el surgimiento de los originales. Y, aunque la tercera me ha resultado la más floja, el final es trepidante (tres últimos capítulos, en especial). Además, la ingente cantidad de muertes también le da un toque más realista; los personajes no son invencibles, no hay Mary Sues (aunque Elena se acerca peligrosamente), y todos tienen su lado oscuro.

Respecto a los personajes... La evolución de todos es indudable; Elena va resucitando poco a poco, dejando atrás la tristeza ocasionada por la muerte de sus padres y dejando atrás a la muchacha algo frívola que se parecía más a Caroline que a Bonnie. Y también vemos al otro protagonista (Stefan) en sus constantes altibajos, acabando en caída libre al volver a su fase de destripador... cuando era un auténtico vampiro.

Pero no nos dejemos engañar; Caroline y Tyler son de los que más se transforman, pasando de una niñata superficial con afán de protagonismo a una chica madura que muestra el enorme corazón que tiene. Y Tyler empieza a valorar a los demás y a abandonar su faceta de "matón", así que no es extraño que acaben juntos...

Jeremy tenía un papelón en la primera temporada, y también cuando empieza a ver fantasmas, pero ni él ni Matt pintan demasiado, a mi parecer, aunque también nos recuerdan que, por mucho que queramos escapar de nuestras vidas... al final terminamos por añorar ese cauce. Y donde mejor se ve es, creo yo, en el personaje de Alaric. Porque, sí; los vampiros molan y los brujos y licántropos también... pero, ¿realmente merece la pena la eternidad, si va a ser así? Elena sabe la respuesta: no.