Un joven entra en casas que sabe que estarán vacías por un tiempo, y pasa allí el rato, come, duerme, no roba nada, les limpia la ropa y si se encuentra con algo roto lo repara. En una de esas casas se encuentra con una mujer maltratada y el resto es mejor que lo veáis vosotros mismos.

Es una película muy detallista, de las que te hacen pensar durante y después de verla, tiene un guión magnífico, las interpretaciones son sencillamente impresionantes, los actores que interpretan a los protagonistas no abren la boca(solo habla uno de ellos en una escena y poco) pero consiguen transmitir todo sus sentimientos y lo que están pensando solo con su expresión facial y corporal, el apartado interpretativo es sencillamente perfecto, al igual que el resto. El ritmo es algo lento, pausado (cosa que me encanta tanto en cine como en series) pero la película se hace cortísima, solo dura unos 90 minutos y parecen menos. Es una historia que te llega al corazón y de las que no se olvidan, ya tengo ganas de darle al play otra vez. Para mí, una obra maestra.

Obra maestra. Décima película que veo del maestro Bergman y me hace preguntarme si este tipo alguna vez rodó algo que no fuera una maravilla. John Ford decía eso de que el mejor paisaje es la cara humana, pues Bergaman en su línea, lo vuelve a demostrar con esos primeros planos tan desgarradores y preciosos de los que suele hacer uso. Grandísima historia de una relación fraternal basada en el binómio amor-odio, plagada de los típicos temas que tan bien sabe tratar el sueco, como son la muerte y el paso del tiempo. Pasa a ser de mis películas favoritas. Sobra decir que Harriet Andersson, Ingrid Thulin y Liv Ullmann están sublimes en sus respectivos papeles y enamoran a cada plano.