stefano tosso
Cierto que no he visto la versión argentina, pero la peruana me ha encantado. Yo si pienso que Carlos Alcántara se cree (!y cómo!) su papel: está genial. Y, desde luego, Gianella Neyra está soberbia.Todos están fantásticos. La película deja una sonrisa en los labios. Ante tanto dramón de gentes tristes, amargadas por la vida dura de las montañas o las barriadas de Lima, y ante otros que pintan a niñatos ricos, desbocados, alcoholizados o drogados con padres descerebrados, "El Gran León" nos adentra en una historia sencillamente amable, encantadora. Ya iba siendo hora.

Los diálogos de "Dioses" se resumen en una única palabra conjugada de diferentes formas: "huevón". La repiten tanto que resulta insufrible. Por otra parte, alguien debería decirle a la señorita De Cárdenas que para ser actor o actriz no basta con tener una cara bonita, sino que hay que saber hablar: tener dicción. No se le entiende una palabra (excepto "huevón", claro). Película mediocre y deprimente.

La película no está mal, pero el doblaje del personaje que interpreta Jason Bateman es penoso. Como sucede con las películas de Tom Cruise o Robin Williams, el actor de doblaje pronuncia frases cuyo final es tan sólo un susurro, a menudo inaudible. Por lo demás, una cinta simpática por encima de la media de las de su estilo.

Por desgracia, escuchar el doblaje de Tom Cruise (como el de Nicolas Cage) resulta angustioso. El doblador no habla: susurra, y a menudo cuesta Dios y su ayuda conseguir escuchar el final de las frases. Un mal doblaje destruye cualquier película, y Tom Cruise pierde y hasta llega a crispar los nervios. Por lo demás, muy entretenida (especialmente si puede verse en VOS).

Una extraña película que ha pasado bastante sin pena ni gloria y rara vez ha sido mostrada en televisión. Sin embargo, merece la pena. Se trata de una especie de historia contada en forma de banda de Möbius, una pescadilla que se muerde la cola y termina donde empieza haciéndola complicada e inexplicable. Hace falta un poco de paciencia para verla, porque ni el guión ni el personaje interpretado por un tristísimo Tim Roth facilitan su digestión, pero tampoco llega a aburrir. Eso sí, mejor no moverse de la butaca para no perder el hilo. El resultado es como un pequeño destello deslumbrante: sólo un pequeño y breve destello, pero merece la pena.