1931 fue el año del nacimiento del género de terror clásico en Hollywood. La Universal fue la productora más reconocida en este terreno - aunque no la única - y películas como 'Drácula' y 'Frankenstein' aterrorizaron realmente a aquella sociedad ingenua. La galería de monstruos que se creó a lo largo de esa década, hasta 'El hombre lobo' (1941) tuvieron un éxito tremendo y calaron el imaginario cultural del siglo XX. Pero, mientras algunas de esas películas trascendieron su momento, otras se han olvidado por completo. La Warner dio un título significativo en 1933, 'Mystery of the Wax Museum', pero pocos recuerdan una película muy anterior: 'Svengali', de 1931 precisamente.

La calidad de esta cinta es muy superior a 'Drácula', y el propio protagonista tiene mucho de vampiro y de parásito social. El problema es que no es simplemente un 'horror film', sino algo más, inclasificable, algo que solo pudo darse en el corto margen entre 1930 y 1931. Y es que Svengali surgió poco antes que los códigos del cine de terror clásico, lo cual le aporta mucho valor. Además, emplea muy bien el sonido, sin caer en los estáticos planos teatrales de 'Drácula'. Hay en Svengali momentos cómicos, momentos dramáticos... Su originalidad la eleva para nosotros. El trabajo de John Barrymore - el primer doctor Jeckyll y mr. Hyde - es monumental, y su mera presencia y caracterización podrían haber bastado para hacer de esta película un gran clásico.

Barrymore encarna a un compositor psicópata y burlesco, surgido de la novela 'Trilby'; un personaje muy de novela decimonónica: feo, mezquino, bohemio, mal vestido, mal aseado, pero con uno o dos talentos sobrehumanos, mucha inteligencia - como la mayoría de los psicópatas -, buen gusto artístico y un extraño poder sugestivo capaz de hipnotizar a las mujeres. Sin haber leído la novela, veo aquí una mezcla entre Henry Desirè Landrú y un Rasputín. Hasta se les parece, en apariencia. Y por supuesto, es polaco, de la Europa más lejana. La película está ambientada en París y otros lugares europeos, lo cual era habitual en el cine americano de miedo. Los americanos de los 30's proyectaban sus miedos normalmente en monstruos o personalizaciones anómalas, exteriores a ellos y a su propio mundo. Dentro de su mentalidad ingenua, su sistema y su mundo eran buenos, pero el mal venía de fuera, cual destino funesto. Europa era uno de esos oscuros y desconocidos lugares, porque además representaba el pasado, y las amenazas del futuro. Por eso Drácula, Frankenstein, la Momia... todos y cada uno de los monstruos son europeos o provienen de lugares lejanos. Ninguno es americano.

'Svengali' tiene una buena herencia expresionista en su estética y algunas escenas memorables. Por todo ello, debería ser recordada como se merece.

Lo mejor: sin lugar a dudas, la genial escena del travelling por los tejados de París. Partimos de un primerísimo plano de los ojos en blanco de Svengali, y la cámara retrocede lentamente hasta verle de cuerpo entero, salir por la ventana, recorrernos los tejanos, meternos en otra ventana, ir a la cama de Trilby y detenernos en su cara. La llamada de Svengali... Y todo sin un corte.

El final también es original para su época. Y habría sido imposible de hacerse la película solo un año después, cuando el género se codificó del todo.

Lo peor: Si somos muy críticos, la psicología de Svengali. ¿Psicópata? ¿enamorado? Está claro que es un monstruo, por su anormalidad social, pero habría sido una gran película de haber ahondado más en la personalidad de los personajes.

Una aventura gigantesca ofrecida en tono de comedia, con una dirección y unos planos dignos del maestro nipón. Y menudos paisajes... En fin, una joya de puro disfrute. Se abre el telón: dos campesinos cobardicas de roles cómicos y mucha sobreactuación salen de la sartén y caen en el fuego, y a través de ellos llegamos a los personajes ''serios'' y a la aventura. Se busca y se ofrece recompensa por encontrar a la princesa y entregarla viva. La princesa se haya oculta junto a su general y lugarteniente - el siempre magnífico Toshîro Mifune - y debe llegar a su reino para recuperar el poder. En medio de esta noble misión y nuestros dos campesinos graciosetes hay oro, mucho oro...

Como anécdota simplemente, decir que George Lucas se basó sobre todo en esta película para crear 'La guerra de las galaxias'. Los dos campesinos que abren la historia y llevan a la aventura serían R2d2 y C3PO, y también tenemos la motivación del dinero (Han Solo), la princesa (Leia), la misión noble y lucha a lanza con la némesis (los jedis y los sable-láser), el desierto, etc.

Lo mejor: Los planos y el arte de Kurosawa, en esta película es de sobresaliente. Los paisajes verticales, el viaje, las piedras... La sensación de aventura.

Lo peor: Como comedia, no siempre funciona. Para mi, las comedias tienen fecha de caducidad y sirven mejor en su propio contexto, pero yo la he visto sin saber que había intención alguna de comedia, y me he reído varias veces. Como aventura, funciona, aunque el tono ligero y poco dramático, le resta épica. Claro que esa es la intención y la originalidad de esta película. Por otra parte, los campesinos a veces son un poco pelmas y muy exagerados.

'Der Müde Tod' (1921) - que significa 'la muerte cansada', pero que en Francia se tituló 'Les tróis lumieres', y luego en España 'Las tres luces' - es una joya del cine mudo. Éste es un buen ejemplo de obra puramente romántica desde el guión hasta la fotografía. A ésta también se la mete en el saco del cine expresionista alemán, pero Lang nunca pretendió hacer una película de 'esa nueva moda del expresionismo', como él decía.

La peli trata sobre el sin-sentido de la fatalidad, uno de los temas preferidos de Lang. La Muerte (Bernhard Goetzke) no sabe porqué ocurren las desgracias, él solo es el ejecutor, está cansado pero nunca podrá descansar en su eterna labor. Una joven pareja llega a un pueblo, la Muerte se lleva a su marido de forma inesperada y sin ninguna razón, así que la mujer intenta buscarlo desesperadamente. La Muerte le da entonces una oportunidad de recuperarlo: Hay tres velas a punto de consumirse, cada una de ellas es una vida, y si ella consigue salvar aunque solo sea una de esas vidas, su marido volverá.

Todo un privilegio disfrutar de esta 'conversación' con el maestro de maestros, con el valor añadido de que se realizó pocos meses antes de su muerte. Pongo entre comillas lo de 'conversación', porque Friedkin se limita a asentir continuamente a las coletillas de Lang, y como mucho soltar un par de preguntas. Más bien es un monólogo, pero menudo monólogo... Absolutamente recomendable para cualquier aficionado a la historia del cine. Y en blanco y negro, por supuesto, como aquellas películas del viejo maestro, que aquí luce el parche cual pirata jubilado que cuenta sus andanzas en los siete mares. Me encanta la anécdota de cuando fue citado por Goebbles, y cómo consiguió escapar de Alemania. También es interesante lo que cuenta sobre 'M', que para mi es una de las mejores películas de la historia, pero no sabía que en la última escena Lang había usado a criminales de verdad.

Lo que cuenta sobre su época me ha planteado una interesante reflexión comparándolo con nuestra generación actual, tan lejana a aquella: ahora tenemos un cine violento, estamos acostumbrados a Tarantino, a ver en la pantalla los tiros, la sangre, el gore... insensibilizados en la pantalla, somos sin embargo unos pazguatos en la vida real. Lang nos habla de los linchamientos, tan comunes en su época, y que él los reflejaba en sus películas como modo de crítica social - aunque consciente de que ese señalar con el dedo a los males no va a hacer que desaparezcan -; nos cuenta que vio el cuerpo asesinado de una mujer sobre un mostrador, con la sangre chorreando el suelo; nos cuenta a modo de ejemplo muchos sucesos que ocurrían inevitablemente en la Alemania de los 20's que hoy nos parecerían escalofriantes, de película... Y sin embargo, a él no le gustaba abusar de la violencia en la pantalla. ¿Para qué? Que el público imagine lo peor, el público es el mayor colaborador del cineasta... Exactamente lo contrario a lo que hace el cine hoy en día.

Otra reflexión que suscita este documento histórico - más que documental - es el valor de las obras artísticas en sí mismas, que una vez que nacen, se desprenden del autor y cobran vida propia. O así debería ser.

Friedkin: ''¿Podríamos decir que metrópolis es marxista, según la visión actual?''
Lang: ''No lo sé, hace muchos años que no veo metrópolis.''

Lang: ''Odio dar entrevistas. Cuando un director o, mejor dicho, creador de películas, hace una película y la película no expresa por sí sola lo que el director quería decir, y necesita explicarla en una entrevista... Entonces es un director mediocre que no debe hacer más películas. La película debe hablar por él.''

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