Si "Ariane" hubiese sido la primera película en ver por mí del director austríaco tal vez me hubiera gustado, calado más; pero después de ver "Irma la dulce", "El apartamento" o "Días sin huella", por poner algunos ejemplos, tal vez ya uno espera de cualquier película suya que todas vayan a estar siempre a esas alturas.

Algo cansina con sus dos horas pasadas; pecando tal vez de que ya uno presupone lo que va a acontecer nada más leyendo el reparto (era lógico que Cooper y Hepburn se enamoraran); lo de los músicos está bien como chiste, pero el mismo chiste durante dos horas cansa también lo suyo; y para mí, donde más se nota la diferencia con los grandes trabajos de Wilder es en el momento justo de ella al enamorarse de Cooper: le falta condimento, algo que te enganche, todo pasa muy a la ligera diría yo. Por otro lado sí es de resaltar la escena final de la estación de tren: ahí sí creo que la película te provoca y exalta, aunque su efecto no dura mucho, al menos en mi caso.

De todas formas yo, como una bella forma, demasiado inocente tal vez, de contar historias y de dejarte llevar por la magia y el encanto del buen cine de todos los tiempos: la recomiendo, sobre todo en estos tiempos que corren donde el arte de interpretar se ha convertido casi por completo en algo pseudopornográfico, o sin el pseudo (no hay más que ver las series de televisión que ahora nos invaden y compararlas con lo que se hacía antes, como esta película por ejemplo).

Determinadas películas, por una simple imagen, por una simple palabra, por cualquier cosa sencilla que en ella haya, para mí son consideradas no como grandes obras maestras, que eso es mucho decir, pero sí para que la película alcance el mejor de los premios, que es el que por muchos años que pasen siempre recordarás esa imagen, esa palabra, esa pequeña cosa como algo que te ha hecho sentir y emocionarte de gran manera.

Tal es el caso para mí de Sud express, donde la escena del reencuentro de dos personas, dos antiguos novios en un pequeño hotel fronterizo, de la manera en que se miran al reencontrarse, cómo sus ojos lagrimean de emoción... para mí el ver aquello fue algo extraordinario, algo... donde sobran las palabras.