La serie muestra, a través de la infancia y juventud de dos niñas/adolescentes napolitanas de los 50 y 60, dos opuestas concepciones de la vida: la irreverencia contra la mesura, la crueldad frente a la paciencia, el zigzageo frente a la línea recta, la serpiente enfrentada a la tortuga. Ambas crean una amistad elástica y duradera que termina por enredar al espectador, una tela de araña de sentidos enfrentados, un ir y venir de cariño y desprecio.
A su alrededor gira una sociedad que se abre y se transforma pero que, no por ello, abandonará los rasgos más intrínsecos de la epoca como son la pobreza, el machismo más rancio, las diferencias sociales y la violencia sobre la mujer.
Desde los espectaculares intros (distintos en cada temporada) con un Max Richter soberbio, unos decorados propios del neorrealismo italiano, especialmente en la primera temporada, y una panoplia de jóvenes y buenos actores, te va atrapando cada vez más conforme pasan los minutos y los capítulos.
El devenir de los años en la propia serie no hace decaer la extraordinaria belleza de las situaciones creadas, de los paisajes visitados, de la autenticidad de los personajes con una Margherita Mazzuco (Lenú) y Gaia Girace (Lila), que pese a su extraordinaria juventud, excesiva quizás para algunas situaciones que se dan en la serie, bordan sus papeles.

.- Un borracho que le da por ir por la noche a pasar la borrachera a la zona de invernaderos (?)
.- Una cabeza humana que edulcolora y espesa miles de litros de agua con su contenido de sangre (?)
.- Un empesario que no se entera de nada...el invernadero regado con agua roja y no miran en los depósitos de agua. El poli que encuentra la cabeza en el depósito y el empresario se entera a los días del hecho.
.- No existe la policía científica. No hace falta, Rodolfo actúa como tal...encuentra el móvil en el lugar del crimen, reconstruye los hechos...
.- No existe Instituto Anatómico forense. Para eso está la poli de turno que, en un cuartito (a lo CSI) elabora sus hipótesis.
.- Un padre que no sabe llorar por la muerte de su hija
.- Un novio de la chica asesinada que se queda en el bar (no existe el consabido "Cerrado por defunción") y no tiene el mínimo resquício de dolor en su rostro.
.- Un pequeño cuartel de pueblo lleno de polis con placas en el pecho, a lo americano.
etc, etc....
Ha transcurrido la mitad del capítulo. Esto es soporífero. Me voy a dormir.

La película se enfrenta a los todos los prototipos de películas bélicas, va más allá de fijar quienes son los malos y quienes los buenos y de bendecir las acciones de unos y reprobar las acciones de los otros. Versa sobre la propia condición del ser humano.
En una guerra, y no he vivido personalmente ninguna afortunadamente, los roles no son tan sencillos de fijar. Las líneas divisorias entre lo que es moralmente deleznable y lo que no, dependen no tanto del bando sino más bien de los sujetos que la libran. Eso mismo le pasa al capitán Herold: de ser un hambriento desertor a ser un déspota asesino de sus, hasta ese momento, semejantes, tan solo media un traje. Como dijo Plauto, "el hombre es un lobo para el hombre" y la cinta refleja soberbiamente con un blanco y negro espectacular, las tropelías que se pueden hacer con el poder que otorgan los símbolos, en este caso, un simple uniforme.
La escena final, con los créditos de por medio, es chocante y, a la vez, muy impactante. Creo que nos da un toque de atención en el sentido de indicar que la condición humana no ha cambiado, que volverá a pasar cuando la barbarie llame de nuevo a las puertas de la historia.