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España España · Madrid
Críticas de Gatitos
Críticas 5
Críticas ordenadas por utilidad
You (Serie de TV)
Serie
Estados Unidos2018
6,3
11.098
Greg Berlanti (Creador), Sera Gamble (Creadora) ...
4
1 de febrero de 2019
30 de 40 usuarios han encontrado esta crítica útil
You es la historia de una no tan mala idea que fue vulgarmente ejecutada, de lo que pudo ser y finalmente no fue. Tras unos primeros capítulos en los que, he de admitir, la serie logró captar mi atención, se da paso a un desarrollo edulcorado y "teen" en que los reiterados giros argumentales artificiales y excesivos difuminan lo que podría haber sido una reflexión acerca de las relaciones sentimentales y los límites. Esto es porque el amor romántico, tan inocente otras veces, está claramente incrustado en una de sus formas más patológicas en la manera de razonar del protagonista, pasando del mero e inocuo mito de la "media naranja" a una extrema legitimización de cualquier acto, incluso el acoso, la presión o la violencia, si es en el supuesto nombre de la persona amada. Persona amada cuya opinión, irónicamente, nunca es consultada o tenida en cuenta, por supuesto. Este es uno de los aspectos que You logra recoger de forma medianamente aceptable: la racionalización de Joe de cada una de sus conductas éticamente cuestionables desde la premisa de que virtualmente todo es justificable si se hace por amor.

Joe no llega a ser un personaje bien construido, pese a los esfuerzos de proporcionarle una historia personal que contextualice su perversión, pero resulta el más interesante con diferencia de los que nos presentan. Es observador, analítico y hasta encantador, siendo, sin duda, un acierto hacerle el narrador de la historia. No obstante, no deja de parecer un chico azucarado, que lleva a cabo conductas perturbadoras pero que en sí mismo no logra transmitir ese grado de perturbación, por lo que pierde el potencial impacto que podría haber generado como personaje. El resto, incluida Beck, es poco reseñable y estereotipado, no llegando los intentos de darles profundidad (como las historias familiares complicadas) a ser eficaces ni a evitar que emanen una frivolidad sin ningún encanto.

El problema, y probablemente la clave de su popularidad, es que la serie busca dirigirse a un público genérico y joven que prefiere el morbo y las escenas de cama o de crisis teóricamente profundas de personajes descaradamente superficiales antes que profundizar en cualquiera de los palos que se tocan. Así, quedan sacrificados temas pertinentes como la intimidad, el amor, las adicciones, la violencia doméstica o la manera en que regalamos una escandalosa cantidad de información privada en nuestros perfiles de Facebook a quien guste tomarla. En nada de ello logra sumergirse por priorizar el uso de estrategias elementales de enganche como son los triángulos amorosos poco creíbles o los cambios bruscos argumentales inverosímiles que pretenden estimular a la audiencia pero que de repetitivos rozan lo cansino.

Sin pretender que se me malinterprete, diré que como serie intrascendente adolescente funciona a la perfección: el romance es omnipresente, el suspense, intermitente, la historia se nutre esencialmente de los problemas interpersonales, y hasta cuenta con ese toque de puritanismo desde el que cabe enseñarnos a una mujer masturbándose siempre que no le veamos el pezón.
Otra cuestión será quién está dispuesto a meramente conformarse con eso.
Gatitos
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9
3 de abril de 2015
6 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tras leer una masiva cantidad de comentarios negativos en distintas páginas procedentes de personas que quizá no hayan entendido del todo la finalidad de la película y que han ido tachando a Lars von Trier de misógino, absurdamente provocador o, sencillamente absurdo, me he visto inclinada a escribir mi propio comentario sobre los dos volúmenes de Nymphomaniac. Si bien admito no entender demasiado de cine, tampoco creo que haya sido un requisito para publicar todos esos intentos de desmantelar lo que en mi opinión no es desmantelable.
Tal vez sería un error enfrentarse a Nymphomaniac con la idea preconcebida de que se trata de mera pornografía, ya que ello generaría unas expectativas que torcerían nuestra opinión sobre ella. Mentiría si negara que contiene ciertas escenas más o menos explícitas que tal vez no son las más apropiadas para ver junto a tus padres en una sesión de cine en familia, pero, y supongo que esto no es más que una impresión personal que no todo el mundo comparte, en ninguna de las escenas sentí ningún tipo de vergüenza ni morbo. Porque el sexo no es gratuito, sino un medio para hablar sobre la naturaleza humana y la soledad, que siempre va atada a ella. Gran parte de las mentiras que rodean e idealizan el concepto de ninfomanía son echadas por tierra de una manera sutil a través de la narración de Joe, dejando claro que una adicción nunca es positiva ni resulta nunca fácil convivir con ella. En general, puede que para mí sea la palabra "sutil" la que recoja mejor la impresión que Nymphomaniac dejó en mí, por muy descarada que pueda llegar a ser en ocasiones. De hecho puede que sean precisamente estas escenas de sexo, junto con las bonitas analogías y digresiones, las que distraigan de lo verdaderamente importante; de manera que cuando llegué a mitad de la segunda película, mucho más sentimental que la primera, me percaté de que había visto 3 horas y media de la historia de una persona tremendamente triste que se siente absolutamente sola, lo cual era tanto la causa como la consecuencia de por qué era como era y por qué se comportaba de esa manera tan perjudicial tanto para sí misma como para los que la rodeaban. Aunque no por ello estorban las frecuentes interrupciones y comentarios que parecen desviar el tema de conversación a detalles insignificantes que en realidad, más que meramente adornar la historia, la completan, permitiendo conocer mejor a los personajes y sus puntos de vista.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gatitos
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3
15 de octubre de 2017
5 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esto es lo que pasa cuando haces una película sobre un trastorno psicológico que explotas de manera totalmente absurda y, sobre todo, poco rigurosa, y el público desconoce cómo funciona en realidad. Para empezar, el trastorno de identidad disociativa (o de personalidad múltiple) es tan polémico que algunos llegan a considerar que su manifestación exótica puede que no sea más que la mera incitación de los terapeutas. A día de hoy, sin embargo, sí que está reconocido como un trastorno perteneciente a los llamados disociativos, aunque es estadísticamente muy infrecuente. En cualquier caso, aunque la excitación del público se eleve con este tipo de patologías porque ya le remiten a todo tipo de perturbaciones, los menos que sí lo padecen son poco más que personas que probablemente sufrieron abusos o negligencias mantenidos en el tiempo durante su infancia, con una vida dura, y que probablemente se sentirían ofendidas por tanta fantasía en relación con su problema. No, las personas con trastornos disociativos no son asesinas o peligrosas, como estamos hartos de ver, y de hecho están luchando seriamente contra una estigmatización que películas como esta no hace sino empeorar. De hecho, la película fue criticada por ciertas organizaciones y pacientes por esto mismo. Y sí, hay que distinguir la realidad de la ficción, pero cuando el público no conoce siquiera la realidad y solo tiene la ficción como aproximación a los trastornos mentales raros como este (que, sea o no realmente una entidad gnosológica fundamentada, la realidad es que engloba a gente bajo su etiqueta), la máquina de hacer prejuicios se pone en marcha. Nos guste o no, y aunque sepamos perfectamente que se trata de ficción.
La psicología/psiquiatría son precisamente disciplinas de las que el cine y la literatura se burlan constantemente. Así, como era esperable, la doctora Fletcher la mitad del tiempo que habla es solo para decir idioteces infundadas (¿“pueden cambiar su química corporal con la mente”? ¿en serio?), porque ¿para qué construir una historia respetuosa con la realidad si uno puede sencillamente inventarse las tonterías que quiera que el público lo acogerá con gusto? El esperpento final fue la gota que colmó un vaso que, por otro lado, no era tan difícil de colmar, y solo me reafirmó en mi opinión de que o bien Shyamalan estaba burlándose del intelecto de la audiencia, o bien evidenciando las deficiencias del suyo propio al decidir apostar por esta propuesta absolutamente sin sentido.

A quien le guste pasar el rato viendo películas de suspense, puede que le guste, pero que tenga en cuenta que mucho de lo que se muestra en la película está o bien totalmente infundado o bien es una drástica exageración de lo que se ha visto que sucede en la realidad. Yo personalmente prefiero no perder el tiempo con este género a caballo entre el thriller y la ciencia ficción que solo confunde al público y que recurre innecesariamente una vez más en la imagen de las personas con trastornos mentales como seres peligrosos a los que hay que temer y de los que hay que desconfiar.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Gatitos
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8
13 de febrero de 2017
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
La gracia de Memento es que a uno lo sitúa en el punto de vista del protagonista, Leonard, quien construye la realidad sin antecedentes inmediatos. Esto crea un estado constante de confusión y de reinvención de la historia a cada escena que pasa. Leonard solo posee unas fotografías y tatuajes como medio de acceso al pasado más próximo, los mismos que el espectador, que desconoce lo sucedido, debe emplear en su propia dotación de significado. Es el que estas notas sean lo único a lo que agarrarse lo que inevitablemente lleva a que el protagonista les otorgue el carácter de premisas indiscutibles, sin asumir que podrían tratarse de perspectivas sesgadas, con, incluso, una intención clara de manipulación. Esto es exactamente lo que hace de Leonard un individuo muy vulnerable a quien todos, incluido él mismo, confunden para dirigir su acción según sus propios intereses.

El desdén de algunos hacia los que no han entendido la película, tildándola meramente como un ejercicio de atención, ilustra que no entienden, ya no la película (que probablemente sí) sino lo que han debido hacer para entenderla, pues más que atención, insuficiente por sí misma, la clave está en una correcta y ágil integración de los datos. En Memento hay numerosos puntos clave que en la siguiente escena o en varias más allá van modificándose y cambian completamente el sentido de, no meramente lo que se ve, sino lo que ya se ha visto. Exige una gran flexibilidad en la construcción del significado de la película, un requisito no tan habitual de manera tan estructural, y si uno se limitara a prestar atención, tendría un cúmulo de datos contradictorios y no entendería qué está pasando.
En definitiva, la clave está en no hacer como Leonard, y no asumir que las notas que se ha dejado a sí mismo en fotografías o en su propia piel (lo ya visto) son incuestionables, dejando abierta la posibilidad de que todo lo que se está presenciando no sea más que el fruto de un engaño, o de una compleja estrategia de evitación de una dura realidad, más difícil de asumir incluso que la necesidad de vengarse de quienes mataran a tu mujer como objetivo prioritario de la propia vida y definitorio de quién realmente eres y quieres ser.
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Gatitos
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9
12 de septiembre de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pese a iniciarla con recelo, he encontrado en The Young Pope un sublime abordaje de la espiritualidad y de los interrogantes que rodean a la propia existencia humana. Sin meterme en los aspectos técnicos, que son impecables de principio a fin y que disfruto pero en los que no soy una entendida, me focalizaré en las reflexiones que en mi humilde opinión son la base de la serie. No puedo, sin embargo, empezar sin aplaudir la magnífica fotografía preciosista que logra recrear a la perfección una belleza que definitivamente evoca lo divino y la grandeza y el poder de la Iglesia. Es innegable que la serie es un auténtico espectáculo visual y artístico, sea finalmente la propuesta o no de nuestro agrado.

The Young Pope logra ir más allá de las burdas dicotomías y penetrar en la extensa gama de grises que impera en temas como la moralidad y la espiritualidad. Parte de la hermosura de la serie reside en que hace evidente que una institución teóricamente tan sobrehumana como la Iglesia está constituida por meros ladrillos humanos. Un papa soberbio y santo que se encuentra al mismo tiempo tan cerca y tan lejos de Dios, eminencias que dedican sus horas libres a cuidar de discapacitados pero que abusan de la extorsión como método, monjas que se divierten jugando un partido de fútbol vestidas con sus hábitos, una estéril infiel que inexplicablemente logra gestar un hijo y parir como hizo la virgen, fervientes creyentes que pecan porque, por muy intensamente que creamos, todos somos pecadores. Es este vaivén de contrastes, en el cual, sin duda, no faltan ni las reivindicaciones de (ni las provocaciones a) la visión más clasista de la Iglesia, lo que nos acerca, no sé si al Vaticano, pero sí a la realidad en lo concerniente a la moralidad humana.

Y los juegos de poder, la ambición, la lucha por la información más sucia, la cáscara hipócrita que esconde todo tipo de puñaladas por la espalda... todo ello enturbia lo que podría haber sido la gran casa de la alteza moral precisamente porque está manchada de lo humano. Porque lo humano es expansivo y tuerce las rectilíneas formas de la integridad absoluta, pero ya forma parte de la Iglesia misma. Así que, cuando un inesperado papa comienza a vaciarla de banal humanidad y del afecto, de la piedad y de la bajeza que a ella son inherentes, pocos parecen convencidos de la conveniencia de un retorno tan puro a la máxima contención y a la fría formalidad. Esa formalidad de la que Pío XIII es tan admirador por permitir que haya orden en la tierra (o más bien, porque nos distancian de las crueles pérdidas que no logramos aceptar), mas es tan gélida que difícilmente logra poner en marcha hoy en día una maquinaria que requiere de fe como combustible. Es definitivamente un papa incómodo para nuestros tiempos, con ideas tan, tan añejas que se antojan revolucionarias. La cuestión es si ello le hará un líder eficaz o si la rigidez de sus postulados terminarán por poner en riesgo el rumbo de la Santa Sede.

Y más allá de los mismos interrogantes de siempre, hablar realmente de Dios implica preguntarse por el propio lugar en el mundo y por cuál es la significación que para el mundo tenemos. Supone poder ser abandonado en el portal de un orfanato, girarse y no ver a nadie que por uno esté velando. Supone señalar cómo pesa esa soledad existencial cuando, por un instante, nos percatamos de lo huérfanos que somos.
Porque la pregunta no es si Dios existe o si hemos de creer en Dios. La pregunta es por qué creemos en Dios, si no será la duda sobre Dios el resultado de la obturación del dolor y del reproche por haber sido injustamente abandonado (esa presencia de la ausencia) o si no será Dios el remedio que ponemos a lo que de otra forma sería la más absoluta soledad, a estar totalmente solos suplicando a un universo que nunca, nunca responde más que con azar y con un eterno silencio.
Gatitos
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