No sé que me debiera de parecer más sorprendente; que una película que se las da de azote social se justifique a partir de un conjunto de situaciones más propias de Muchachada Nui o que al ver las críticas, esperando pasar un buen rato con la acidez habitual de las portentosas plumas que habitan esta web, no encuentre más que alabanzas y masajes calientes.

Podría haber sido un buen film, de sobria factura técnica, estructura funcional y ritmo penetrante pero es que el guión hace aguas a los 20 minutos por lo inverosimil de la situación y todo lo que viene después ya es como un bonito castillo en el aire. En una película de corte realista y que pretende retratar fielmente la crueldad de lo humano no se pueden permitir tales licencias con la credibilidad.

Ad Astra comienza como un tiro. Te deja sin aliento ya en una primera escena espectacular y luego te muestra un entrelazado de imágenes y pensamientos de un protagonista que parece prometer un desarrollo profundo a nivel psico-filosófico. La premisa es potente y ves que los elementos van encajando en un ritmo hipnótico y penetrante. Las revoluciones están en la franja roja, esto promete.
Una vez iniciado el viaje notamos una primera pérdida de potencia, se empiezan a desaprovechar personajes y situaciones reduciéndolos a mero atrezzo sin ningún tipo de impacto en la acción principal. No pasa nada, 2001 de Kubrick solo necesitó un personaje y medio, tengo fe.
Llegados a la mitad del trayecto se nos cala el motor y nos quedamos a vela, la película se encierra en sí misma y en concreto en primerísimos primeros planos de Pitt tratandonos de convencer de su asombro/dolor/culpa/pena bajo la misma mueca facial que aparece en la portada, parece que el meritorio esfuerzo del actor por salirse de su normalidad ha encontrado techo y el resto de la película no da señales de vida por ninguna parte.
El final simplemente es para olvidar, se desaprovecha la última oportunidad para contarnos algo que maquille el resultado final general y acerque la película al nivel de calidad que prometía en el primer tercio de metraje.
Quizá es que esperaba mucho de una película a la que hay que reconocerle, por otra parte, una fotografía exquisita. Tal vez como documental espacial funcione pero como película se atranca a medio camino de sus elevados objetivos y deja una sensación de impotencia por torpeza.

La llegada es una película que deja un sabor agridulce en el paladar. Al salir del cine, las dudas y reflexiones afloran por doquier y promueven ricos diálogos con los acompañantes o uno mismo -en el caso de haberla visto solo-. No se puede negar que la propuesta de Villeneuve es atrevida y rompedora en cuanto a su propuesta de partida y que la factura técnica está a la altura, es más, diría que estamos ante una de las grandes películas del año y posiblemente de la década.
El problema, ese mal trago que deja un recuerdo agriado, viene por un desarrollo holístico que pretende englobar hasta tres películas en una. Uno siente que las tres líneas narrativas que configuran The arrival acaban comiéndose entre ellas en un juego de egos por chupar más cámara. Lo que podría ser una virtud (la ambición globalizadora de integrar tres narraciones de naturaleza aparentemente alejada) acaba deviniendo vicio ante la mirada del que espera encontrar una película trascendental; la 2001 de nuestros tiempos vamos.
Pero no hay que ser duro con Denis, hay que reconocerle su buen trabajo, y si acaso, culpar a la productora por mostrar unos trailers que dan a entender algo que luego no acaba de ser.
En mi opinión, una de las tres narraciones sobra en aras a una mayor profundidad y desarrollo de las otras dos. Es cierto que tal y como está es un excelente producto de entretenimiento y más que eso, pero se queda a las puertas de la gloria y quizás ese es su mayor pecado; lo que prometía haber sido y ya no será.

Acercamiento edulcorado, con personajes cliché y formalidades Ikea.
La historia queda ahogada en una macedonia de videoclips concatenados en los que el foco principal de la acción se limita al careto de preocupación de Carell en diferentes escenarios y situaciones. Como si fuera una demo técnica de una nueva tecnología 3D o una práctica de iluminación y planos para un trabajo en la facultad, y poco más.

Chalamet no me convence, su personaje es el estereotipo de revista superpop de los 90 de chico malo que pide ser rescatado con ojos de perro abandonado pero a la única substancia a la que lo vería vinculado sería a los sugus.

Otros personajes, que en cualquier película sobre el mundillo deberían tener un papel capital, aquí solo prestan imagen y quizás un par de frases a modo de acto de presencia u ornamentación. Al final, todo se reduce a una relación padre-hijo más viciada (pero no en términos lisérgicos, si no más bien neocon) que las propias substancias que se mete el protagonista, eso sí, todo aderezado con una estupenda colección de cortes y piezas musicales que podrá encontrar de oferta en la sección de precocinados.

Me parece peor (Linda Hamilton a parte) que Génesis, peor que la 3 y a años luz de Salvation... Cameron, hace tiempo que dejaste de ser el King Of the world.
Es una copia de la copia de la copia, encima una copia mala, desganada, vulgar, insulsa. He visto todas, de todas he sacado algún entretenimiento, pero de esta no se salva ni la tipografía de los títulos de crédito.
Me gustaría elaborar la crítica pero la disposición afectiva que me acaba de dejar da para lo que da.
Si aún y leyendo esto (no he leído el resto de críticas) decides invertir en esta película, solo te diré una cosa; SAYONARA BABY.