Al menos eso me ha parecido siempre. Para un espectador amante del más puro western, no encontrará en esta película ningún ingrediente de heroismo, ni tampoco de la evasión de nuestro mundo que siempre ha caracterizado este género.

Tampoco encontrará en esta película a ninguno de los grandes hombres de estas películas, los seguros de si mismos y dispuestos a usar la fuerza en cualquier momento como única herramienta para hacer valer los grandes valores de justicia que todos queremos creernos, en el que el hombre bueno siempre sale victorioso ante las circunstancias más adversas.

El personaje de esta película es un personaje seguro, sí, pero seguro de sus principios, en el que no se encuentra la violencia como único argumento, y confiado en las relaciones sociales y el diálogo como mecanismos para solucionar los conflictos.

Pero es un extraño en el paisaje, un perro verde vestido de ropas extrañas y con modales fuera de lugar.
El protagonista transcurre entre medias de las dos fuerzas que se chocan, el cacique arrogante seguro de su superioridad, y el luchador incansable que renuncia a los lujos y a la vanidad seguro de que todo lo que ha conseguido lo ha hecho en base a principios de humildad y honestidad.

Pero a medida que transcurre la película, nos desmiente este punto de partida. El sencillo hombre que se enfrenta al cacique no es menos avaricioso que el hombre al que se enfrenta.
Y si el espectador cree que nuestro protagonista, un caballeroso Gragory Peck que parece siempre correcto a pesar de los contratiempos, va en algún momento a abandonar sus principios y entrar en el mismo juego, se equivoca.

Mítica la escena de la pelea al alba con Charlton Heston, pelea totalmente atípica en el género, sobre todo si tenemos en cuenta sus consecuencias.

Y este Gregory Peck que cabalga solitario en este mundo que no es el suyo, en una guerra entre dos bandos de la que no quiere tomar parte, lo hace entre unos paisajes fabulosos, dignos de David Lean, bajo una banda sonora increible,una increible actuación de secundarios y unos sorprendetes diálogos que elevan la película a una auténtica obra maestra.

La obra del director, a mi parecer, se distingue por arañar la conciencia y la moral, despertando en el espectador los sentimientos e ideas que nunca llegamos a dejar ver a los demás. Lo que interesa a Von Trier es lo que se oculta dentro de nosotros mismos, lo que nos llevamos a la cama y en lo que pensamos en lo mas oscuro de nuestros pensamientos. Ningún director ha sido tan valiente de mostrarnos la realidad tan cruda y visible.
Anicristo puede que no sea su película mas cristalina , pero ahonda en lo más profundo de nuestra naturaleza, nos reduce a componentes de un universo vivo y complejo, a animales capaces de devorarse a si mismos, de mutilarse y arrastrarnos por el dolor hasta un extremo concreto, el extremo al que todos somos capaces de llegar si nos lo proponemos.
Con un mensaje confuso, surrealista en la mayoria del argumento, reduce el nacimiento, la reproducción la vida y la muerte a componentes naturales, que pierden todo su valor moral y nos deja desnudos en mitad de una noche en un bosque oscuro y desapacible.
No hay nada que entender, pero mucho que intuir.

Si a esta base argumental tan cofusa y directa a la vez le sumas un excelente dominio de la cámara y de los actores, un control absoluto sobre las emociones del espectador,y un desarrollo dramático equivalente a un viaje hacia nosotros mismos, tienes como resultado a Anticristo.
Olvidaos de entenderla, porque entenderla es entendernos a nosotros mismos, y no creo que ni el mismo director conozca la naturaleza humana hasta el punto de darnos una respuesta sobre quienes somos.