Aún a día de hoy dudo sobre qué me ha transmitido esta película. Lo que sí que tengo claro, es que no me gustó. Sin embargo, no me gustó, no por el argumento o mensaje a transmitir, sino por la forma en la que, lentamente, va llegando al espectador. Insisto en lo de lentamente, porque se hace verdaderamente pesada. Lo que sí que me ha llamado especialmente la atención es el tema elegido: la trascendencia del alma, ya que no, no se trata de una película de fantasmas, si lo que buscas es terror fácil y simple quizás debas decantarte por otra película, sino de un drama. Lo que David Lowery lleva a cabo durante los poco más de 90 minutos que dura la película es la representación del fenómeno filosófico de la permanencia y condena del alma.

Este tema, tan reflexivo y a la vez tan explorado, está metido dentro de un recipiente demasiado opaco. Aunque se trate de una película de bajo presupuesto creo que algo más de guión o un poco más de música en los momentos de silencio, habrían hecho el trago un poco más llevadero. Es un argumento con el que me parece fácil llegar a la audiencia, es conmovedor y verdaderamente, en los pocos minutos del principio, le coges cierto cariño a la historia, pero los momentos de vacío pesan demasiado y es muy fácil distraerse y perder toda concentración. Por otro lado, la música es demasiado tensa, la poca música que hay, parece estar hecha para una película de verdadero terror, el tema con el que se representa al personaje principal transmite una sensación de maldad, cuando, según la conclusión que pude sacar al terminar de ver la película, se trata de un inocente por el que habría que sentir más compasión que miedo.

El poco diálogo que posee todo el film parece fruto de improvisación en vez de escrito por un guionista y repasado varias veces por los actores. Además los escasos momentos en los que los personajes interactúan entre ellos, lo hacen con frialdad y de tal manera que parece que no se están creyendo su propia interpretación, en mi opinión le falta dinamismo y fluidez. Los escenarios donde se desarrolla la acción son estáticos, quizás debidos a la falta de presupuesto, pero el hecho de enfocar durante varios minutos un mismo lugar, estático, en el que nunca pasa nada, hace que todo sea mucho más pesado y da sensación de relleno de minutos en lugar de desarrollo o transición entre escenas.

A pesar de todo, el tema, como he dicho, es bueno. Es bastante innovador en el campo del cine y más en esta época del año, donde la mayoría de los estrenos se basan en terror básico. Películas que prometen sustos y sangre sin más. Se trata de una apuesta bastante arriesgada por la complejidad del tema expuesto y que, si se obvia el envoltorio y se profundiza un poco (hay que ir con la cabeza bien despejada al cine) puede funcionar a la perfección. En otras palabras, o te encanta o te horroriza, no tiene término medio.

La primera vez que la muñeca Annabelle entró en mi vida fue para infundirme auténtico terror hacia las “adorables” muñecas de época. Ahora que he visto la secuela no sabría defender bien mi posición. Atendiendo a la premisa de que existen dos tipos de maneras de ver una película, puedo decir que si eres de esos espectadores que valora la innovación dentro del campo del terror, esta no creo que sea tu película; por el contrario, si lo único que quieres es ir al cine a pasar un rato de tensión, aciertas de pleno.

No se puede decir que sea una mala película, porque de hecho no lo es. Se deja ver. Tiene un argumento bastante fluido, que hace que te metas rápidamente en la historia. Los diálogos no son complejos y los sustos de vez en cuanto están garantizados. Tiene todo lo que le puedes pedir a una película de terror actualmente. Al igual que su primera entrega, consigue que empatices con sus personajes y que sientas verdadera lástima por ellos. Además, los efectos de ordenador consiguen que te creas un poco más lo que está pasando; y los planos y ubicaciones en los que se desarrolla el argumento también son muy propios de esta clase de género de terror que nos sitúa en lugares recónditos y solitarios.

Sin embargo, ahí radica el problema de Annabelle, cae totalmente en la rutina. En todo momento es muy fácil predecir lo que va a pasar a continuación y en ningún momento se molestan por desviar el argumento o hacerte creer lo que no es. Por otro lado, la música, que por cierto suena muy bien a pesar de todo, lo refuerza, confirmando exactamente lo que tú estabas pensando: algo extremadamente horrible está apunto de suceder; y lo hace con el empleo de los recursos típicos. También decir que la oscuridad y la incertidumbre ayudan bastante a la hora de asustar, y aquí la trama, que se huele a distancia, queda desvelada muy pronto.

Personalmente, y ya para terminar, me ha faltado algo de pasado de los personajes, alguna interconexión de historias o algo que me explique o deje ver porqué han terminado allí. Por todo ello, mi recomendación es la que he enunciado anteriormente, si eres un fanático del cine de terror y buscas la novedad porque lo típico ya te lo sabes, prueba con otra película. Aún así, merece la pena verla si quieres saber el origen de toda la historia.