Íntima e interesantísima mirada de Agnès Varda sobre su viaje por las regiones francesas estratégicas para los espigadores, quienes se dedican a la recuperación y aprovechamiento de las frutas y verduras que quedan atrás, desechadas para la venta al público, en la recolecta oficial.

Se trata de un documental sobre las necesidades de los demás y desde la perspectiva observadora de la cineasta, se consigue empatizar y comprender lo humano y natural que resulta recoger las sobras, rebuscar en la basura y adquirir objetos de nadie, siendo la motivación de cada persona diferente e igualmente lógica, además de legal. Entrelaza entrevistas con los personajes que la directora se va cruzando en el camino, quienes aportan su historia personal y conocimiento, junto con las imágenes, voz y reflexiones de Agnès, que plasman su visión sobre la belleza e importancia del aprovechamiento y también de la convivencia y compañerismo para con los demás y para con la naturaleza que nos rodea.

Es una película estupenda en su simpleza y perfectamente equilibrada, además de inconscientemente transversal a todos los tiempos históricos en los que han existido y existirán desigualdades entre los iguales.