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España España · Madrid
Críticas de Sansho
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Críticas 7
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
10
9 de agosto de 2010
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque últimamente sea más conocido por sus muy comerciales, espectaculares y superbarrocos films de acción y luchas de espadachines, hubo un tiempo en el que Zhang Yimou no era aún productor de sus propias películas y se dedicaba principalmente a dirigir films cuyas materias primas principales eran los sentimientos y emociones del ser humano y cuya puesta en escena mostraba una sensibilidad, claridad expositiva y dominio de los resortes narrativos de la imagen en movimiento fuera de lo común. Muchas veces al borde del esteticismo manierista pero sin llegar a caer en él (opción que pareció convertirse en obligación a partir de Hero), Yimou conseguía dotar a sus películas de un poderío visual y de una carga lírica y emotiva excepcional.

Tal vez El Camino a Casa sea la última cronológicamente de las grandes películas "clásicas" de Yimou, y se podría situar entre sus obras maestras junto a Sorgo Rojo, La Linterna Roja y Vivir. Lo más excepcional de esta película, rodada con un presupuesto de batalla y sin grandes actores conocidos (Zhang Ziyi era por entonces una novata de la interpretación), es su increíble capacidad de trascender un guión no especialmente magistral y con una clara tendencia al tópico (los diálogos no son precisamente memorables) con una puesta en escena arrolladora que consigue transformar secuencias simples y en algunos casos hasta algo ridículas vistas sobre el papel en auténticos momentos mágicos capaces de expresar y hacer sentir al espectador como si fuera la primera vez en la vida esa emoción tan compleja y esquiva llamada "amor".

Es difícil no emocionarse o soltar alguna furtiva lágrima viendo esta película, repleta de escenas y momentos memorables. Estamos ante uno de los más sencillos y sinceros retratos en imágenes del amor y de la dignidad humana.
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Sansho
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8
7 de agosto de 2010
12 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si hay algo que no se puede negar a Alex Proyas y a Dark City es inventiva visual: el aspecto estético de la película es fascinantemente atractivo, con una mezcla de cyberpunk decadente, serie negra americana de los 40 y expresionismo alemán de los años 20 que consigue introducir al espectador en un universo propio con inquietantes toques surrealistas y un diseño visual opresivo, insólito y muy particular.

A este subyugante look visual se añade una historia que reflexiona sobre la apariencia y la realidad, la manipulación y la libertad, la mente y la materia como otras películas de la última década del siglo XX (Desafío Total, El Cortador de Césped, Días Extraños, Johnny Mnemonic, Virtuosity, Nivel 13, Matrix, EXistenZ), aunque, en este caso, dando predominancia al aspecto "conspirativo" y "paranoico" de lo que consideramos "realidad", algo que muchos han visto como un precedente claro de la película de los hermanos Wachowski (de hecho, Neo es prácticamente un remedo hacker del "iluminado" John Murdock y "Los Extraños" parecen una inspiración clara del agente Smith y sus compinches).

Cercana por momentos al delirio psicótico, Dark City flojea en su precipitado y excesivamente grandilocuente desenlace y en un montaje sincopado que subordina el desarrollo de las escenas a un ritmo videoclipero, impidiendo una mejor comprensión y reflexión sobre las situaciones expuestas y unos diálogos menos funcionales, pero aún así es una de las propuestas de la ciencia ficción "con mensaje" más interesantes y poco conocidas de los últimos años.
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Sansho
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4
5 de agosto de 2010
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The Desperate fue un guión escrito por Darren Lynn Bousman que, merced al bombazo de taquilla que supuso Saw, se convirtió (incluso antes del estreno de la película de James Wan) en el libreto de Saw II, una secuencia rodada en tiempo record (menos de un mes), en apenas dos escenarios y con un presupuesto que, cuadruplicando el de su predecesora, tampoco daba para muchas alegrías.

Más allá de que esta secuela tiene una motivación únicamente comercial y de que la dirección del novato Lynn Bousman parece más empeñada en marear al espectador que en hacerle entender la historia narrada, se puede apreciar con claridad su origen "bastardo": salvo la aparición de los personajes de Jigsaw (con un competente Tobin Bell que lleva prácticamente todo el peso de la película) y Amanda (una Shawnee Smith histérica a más no poder) y de su forzado giro argumental final (muy lejos del punch de la primera parte), Saw II parece más bien una película de jóvenes atrapados en una casa maldita llena de sorpresas (y en la que, casualmente, hay unas trampas puestas por ahí) que una secuela narrativamente coherente de Saw.

Y ni las interacciones entre los personajes, ni su diseño o desarrollo, ni la evolución narrativa de sus desventuras (llena de tiempos muertos y diálogos absurdos y con una última parte digna del slasher más garbancero) permite elevar la película más allá de un cierto aburrimiento que no salva ni el mismísimo Jigsaw como mezcla de Hannibal Lecter y John Doe explicando por primera vez sus motivaciones criminales y su "filosofía de la salvación".

Probablemente, la película más sobrevalorada de la saga.
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Sansho
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8
4 de agosto de 2010
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Con apenas un millón y medio de dólares de presupuesto y una recaudación mundial superior a los 100 millones de dólares, Saw se convirtió desde su estreno en una de las películas de bajo presupuesto más rentables de la historia del cine (de ahí el próximo estreno de Saw 3D, séptima parte de la saga).

Sin un gran casting (Cary Elwes está horrible, Danny Glover parece perdido, a Tobin Bell apenas se le ve y dos ilustres actores de Lost, Michael Emerson y Ken Leung, hacen aquí papeles puramente alimenticios), con un rodaje limitado prácticamente a interiores y sin ensayos, sin grandes efectos especiales ni escenas especialmente espectaculares y con una fotografía y montaje puramente funcionales, Saw funciona como thriller psicológico-terrorífico gracias fundamentalmente a dos elementos: una puesta en escena inteligente de James Wan que sabe aprovechar los pocos medios y los escasos espacios disponibles para crear situaciones de tensión y desasosiego y un ingenioso guión bien ensamblado por Leigh Whannell, con unos personajes simples pero bien definidos, la dosis justa de trampa en la intriga y un memorable giro argumental final que permite salvar todas las incongruencias posibles y deja un buen sabor de boca en el espectador.

Que después la saga haya desembocado en la exhibición tremebunda de casquería varia entre confusos flashbacks, insertos narrativos puramente justificativos y un Jigsaw convertido en algo así como dios omnipotente (aún después de muerto) poco tiene que ver con esta sencilla película de intriga con toques sanguinolientos que presentó a un nuevo criminal no-asesino aficionado a las grabadoras de minicinta y a los muñecos parlanchines y empeñado en hacer sentir el valor de la vida mediante el sufrimiento.
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Sansho
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7
4 de agosto de 2010
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Saw III es tal vez la secuela más infravalorada de la saga de películas que han convertido a Jigsaw (Tobin Bell) en el pschycokiller más carismático (y plasta) del siglo XXI. Sombría, brutal y desesperanzadora, Saw III es la muestra más "reconcentrada" del conjunto de la saga, inicia el juego con flashbacks y autorreferencias que se explotará hasta la saciedad con posterioridad y es sin duda la mejor (o menos mala) de las tres películas dirigidas por Lynn Bousman.

A pesar del por momentos caótico guión, de su deslavazada dirección y de la gratuita brutalidad de sus escenas sanguinolientas (hasta Saw VI, las más salvajes de la saga), Saw III consigue revestir de aire mítico al malvado protagonista (y lo mata), plantea superficiales pero interesantes dilemas morales sobre la culpa y la venganza y establece una relación malsana entre el moribundo criminal y su desequilibrada discípula. Aspectos estos últimos que contribuyen a uno de los giros argumentales finales (o mejor dicho, doble giro argumental) más memorables de la serie.

Lástima que su excelente recaudación le impidiese poner el broche final a la saga. Jigsaw, como el Cid, aún ganaría unas cuantas batallas después de muerto.
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Sansho
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