Es lo que te queda tras visionar una bobada semejante. Sí, claro, tras leer el argumento te dices, bueno, no está mal, una historia más de hombres lobo, al menos pasaré una tarde entretenida, pero es que no llega ni a eso, ni a entretener. Y, al fin y al cabo, eso es lo que pretende cualquier cinéfilo poco exigente. Pero no, parece que hoy en día el entretenimiento y el cine se van alejando poco a poco. Con ayuda, eso sí, de guiones prefabricados llenos de clichés que chirrían más que una cama de muelles.
Hombre, también puedes engañarte diciéndote que al menos contemplarás a la señorita Agnes Bruckner, que está muy de buen ver, sí señor, pero ni con esas. En resumen, una historia que no te cuenta nada nuevo, con un guión que debió escribirlo algún chimpancé amaestrado, con una historia de amor que no te la crees ni un sabado por la noche después de ocho tequilas y, para rematar la faena, con un Olivier Martinez cada vez más demacrado que yo creo está haciendo titánicos esfuerzos para terminar de hundir su carrera. Lo único que se salva es la interpretación de un contenido Hugh Dancy y la fotografía, que a veces te hace pensar que estas viendo una peli que merece la pena. Pero no. Rotundamente no. Desperdiciad esa hora y media imaginando lo que pudo haber sido.