Créanlo, chavalcitos, la locura pega, y mucho. Hoy deduje que se mete por el cerebro y sale por cada poro de tu ser. Sino pregúntenle a Bale, en su mejor papel, un tío anuladito de pronto por causas poco claras hasta que todo le explota en la cara. El maquinista es incómoda, su protagonista padece algo...poco simpático para ver. Sin embargo es cine...¡y qué cine! Porque detrás está Anderson, que de locura sabe, sino vean su peli anterior, cuyo nombre no recuerdo pero que mantiene las mismas temáticas. Aquella no logra introducirnos en la mente deteriorada de uno, sino de varios y el peso dramático dejan de ser las cuestiones personales para volcarse de lleno en causas comunes que restan peso e intensidad a la propuesta. En el maquinista la clave se encuentra no en el mientras tanto, sino en la planificación previa de una mente desorganizada.

No es completamente desesperanzadora, el prota logra cierta conexión necesaria para salir de su pesadilla personal. El tema es cómo lo logra, con idas y vueltas demasiado lúcidas sobre como funcionan las fragmentaciones de la mente y sobre como pueden unirse para hacerle frente al demonio único, ese que te envenena hasta que te perdiste dentro tuyo.

Al buen Jim le crecerá la nariz. Peliculín simpaticón y complaciente en donde una idea de base infantil toma el volante y da a luz justamente eso: una peli infantil de sabor familiar. A Carrey le gustan las comedias familiares, y su faceta se presta para los productos ligeros. Lejos de saber mostrar su mejor cara actoral, se contenta con hacer muecas ad infinitum, y sus mejores cartas no radican en el guión, sino en sus improvisaciones salvajes y desenfrenadas. Sin mucho más que decir, me quedo con la secuencia de la reunión de personal: ¡Yes, fucking bitch!