Cuando me enteré que salía una nueva peli del gran Clint Eastwood, lo primero que se me vino a la cabeza es "One Million Dollar Baby". Y no le erré. Mantiene su estética oscura, su piano continúo y persistente, sus demoledoras tomas y primeros planos, etc... Pero esta peli va más allá de una historia que, en principio, podría sonar común y corriente. Desde las primeras imágenes de Eastwood y de su cara de fastidio con la vida, hasta sus abusadores hijos y nietos, la película describe tal cuál es la última etapa del ser humano: el Arrepentimiento. Así como el Padre que busca insistentemente a Eastwood para que declare sus pecados y así su vida y armonía, tanto interna como externa, puedan encontrar la paz, se plantea una dura realidad en un veterano de guerra: ¿se puede vivir de esa forma? ¿se encuentra en Dios, que no le ha traído muchas buenas en su vida, ese perdón que liberaría su carga por sus asesinatos en el pasado? Parece que no. La paz que encuentra el dueño del Gran Torino, es, aunque suene paradójico, producto de una relación con una familia Coreana, que, quién dice, puede ser descendencia de aquellos que sin piedad mutiló en la guerra en Corea. Y así es la vida, hasta el último instante nos trae sorpresas.