A pesar que José Sacristán no es santo de mi devoción, es lo único aceptable en este film. El argumento es poco creíble y la constante narración en off se hace insoportable. Durante el viaje del protagonista a lo largo de Argentina se desencadena una sucesión de clichés, a saber: Rosario y sus villas miseria, policías coimeros, políticos que venden drogas, pueblos turísticos en Córdoba como geriátricos para ex-jerarcas nazis, siesta y vagancia en Santiago del Estero, la oligarquía salteña en decadencia en Salta (eso ya lo vimos, y mucho mejor retratado, en la excelente La ciénaga), etc, etc. La road movie, para mí, terminó en Salta, ahí apreté off y chau muerto. Un bodrio. Me extraña este desacierto de un director que demostró en "La mujer sin piano" manejar el absurdo en forma sutil.

Aunque no es el tipo de cine que me gusta, reconozco que la película está lograda, sobre todo las actuaciones. Juan Palomino demuestra que es un muy buen actor y que siempre estuvo para mas. También Aranosky, Ziembrowski y Boris. Los efectos especiales están muy buenos. Los toques de humor son exquisitos. Recomendable.

El film tiene un gran trabajo técnico: fotografía excelente, vestuario, iluminación, etc. La historia es interesante desde el punto de vista histórico ya que hace referencia a la inmigración japonesa en Argentina, un tópico tocado por primera vez en el cine (creo yo). Se puede notar también un paralelismo entre la figura del samurai y la del gaucho, como personajes excluídos del orden que se comenzaba a establecer a finales del siglo XIX. Takeo, el protagonista, inicia un camino en busca de algo que tal vez ya de antemano sepa que es inútil, pero que lo llevará a decidir si su futuro está en adaptarse a esta extraña tierra o volver a la de sus ancestros. Creo que faltó profundizar en el contexto histórico del país en ese momento, pero en general es una historia interesante y que merece ser vista.

La acción transcurre prácticamente en tiempo real. El protagonista es un ladrón de guante blanco que roba colegios privados sin disparar un sólo tiro, interpretado por Arturo Goetz, con el porte necesario para pasar desapercibido ante sus víctimas. Hacia el final del film se descubre la profesión "real" del asaltante y nos plantea una duda acerca de su objetivo: venganza o necesidad?