Breaking Bad es insuperable, pero no voy a negarlo, esta serie me ha hecho dudar sobre cuál es la mejor obra de Vince. Empezando a ver este spin-off, solo se puede pensar... "¿Cuándo saldrá Walter?". Es difícil olvidar a uno de los mejores personajes en series de TV. Pero, en poco tiempo, Better Call Saul te mete en una trama totalmente diferente y empiezas a apreciarla como una serie independiente.

Como su antecesora, trata del delicado mundo de New Mexico. Drogas, mafia, policía, ley... Sin embargo, esta vez no vemos Albuquerque desde los ojos de aquel que se sumerge y disfruta el negocio ilegal, como era White. Lo vemos desde la visión de un pobre abogado, astuto y tramposo, gracioso e inocente, que se ve inevitablemente dentro de un mundo que le intriga, pero a la vez le destroza y le amarga.

Es increíble como, en su serie hermana, disfrutamos cada disparo como niños. Pero, en su contra, en Better Call Saul los sufrimos. Un mensaje excelente por parte de Gilligan: la mafia es muy entretenida... DETRÁS de una pantalla.

Nos hace disfrutar de una vida tranquila, dentro del mundo de la ley. Un ámbito que conocemos, un lugar seguro y cómodo. Mantenemos una zona de confort fuera del ambiente Breaking Bad, incluso dejamos de echarlo de menos, y cuando este ambiente vuelve, la serie alcanza un nivel de angustia y encogimiento muy real e impactante para el espectador.

El reparto de actores no es muy conocido y demuestra que debería serlo, actuaciones EXCELENTES. Y no hablemos de la dirección... ¡qué genialidad!
Entretenida, divertida, terrorífica y MUY desalentadora. ¡Otro 10 para V. G.!

Ya no se hacen películas como Taxi Driver. Y no me refiero a la calidad de los actores, el director, la fotografía, la música... Scorsese trata esta obra con cariño, con arte y con poesía. La diferencia entre un director y un buen director. De explicar una historia a QUERER explicarla. De narrar una trama a abrazarla, a transformarla en un cuadro de arte.

Taxi Driver relata un poema de soledad y masculinidad, un conflicto eterno entre el hombre y su mente, entre la sociedad y el pensar masculino. Descubrimos, en la piel de un taxista, las frías y desagradables calles de América adueñadas por la mafia, la cara oscura del país de la libertad.

A través de Travis, el protagonista, vemos diferentes etapas de la vida masculina, común en las películas, y su impacto: Mujeres, pornografía, sexo, violencia, armas, mafia, política... Y la inexorable soledad, que es a la vez el mejor amigo y el peor enemigo del hombre.

Todo esto junto con una dirección, interpretación y música PERFECTAS. En cuanto a la interpretación, no hace falta hablar de De Niro a estas alturas, demuestra una naturalidad que hace que parezca fácil. ¿Scorsese? Decir que es la mejor dirección que ha ofrecido en su carrera no sería una locura. Qué manera de darle magia a un film.

El propio Martin ha dicho en alguna entrevista que, durante la película, intenta dar la sensación de mareo, de estar medio dormido, al espectador. El largo está lleno de planos confusos, que mantienen una incomodidad constante durante las dos horas de metraje. Retrata el mensaje de la película (sentirse como la enrevesada mente del hombre) y agrega el toque característico del director.

En cuanto a la música, esta película es un hito. El legendario Bernard Hermann compuso uno de los mejores temas principales en el cine la misma noche en la que murió, el último aliento más bello y melódico que se ha escuchado jamás. La combinación es tan perfecta que Taxi Driver se introduce en las altas posiciones de las mejores obras del séptimo arte.

Joya fílmica imprescindible. 10/10

El título, la portada y el reparto de actores no incita mucho a ver esta película. No tenía ninguna esperanza puesta y ¡qué sorpresa me he llevado! Me he encontrado con un film corto, familiar y muy fácil de ver. Una perla escondida en la filmografía de Scorsese.

Son menos de dos horas de una comedia con finos toques dramáticos sobre la complicada vida de una madre con su hijo. La película profundiza sobre aspectos comunes de la vida.

Relata perfectamente el problema femenino: La violencia de género e intrafamiliar, la brutalidad de un hombre desalmado; que a primera vista nunca lo parece. Una constante duda y ansiedad que arremete en la vida de la mujer sobre el poderoso género opuesto.

La película toma un ambiente familiar. Todos venimos de una madre, todos hemos sido niños. Aun así, no somos conscientes del arduo trabajo de la madre. ¿Le he castigado demasiado? ¿Le he perdonado demasiado? Además de las grandes alegrías y, a la vez, las horribles penas que te aporta un hijo. El trabajo más confuso y difícil del mundo.

El largometraje también le da importancia al punto de vista del niño, un mundo cruel que obliga a madurar al que todavía no debería, con las presiones de querer ser bueno, y a su vez, querer ser un niño. El mensaje es hermoso y la película es muy agradable. La dirección de Scorsese y las actuaciones de actores/actrices como Ellen Burstyn o Harvey Keitel (gran compañero del director) hacen Alice Doesn't Live Here Anymore muy amena.

Risas y entretenimiento asegurados. ¡La recomiendo! 8/10

Fue una decepción en su estreno y, además, Scorsese ha mencionado varias veces que no debería haberse hecho. Aun así, este largometraje de De Niro y su director fetiche ha conseguido ganarse la crítica y la opinión hoy en día. Si me preguntas a mí, más que merecido.

Nunca entenderé el mal estreno de The King Of Comedy, ¡qué film más auténtico! Cautivador desde el minuto uno, nos enseña una historia más rutinaria e inocente de las que estamos acostumbrados cuando hablamos de Marty. Un verdadero viaje a las emociones, pensamientos y delirios de un hombre que vive por y para la fama, de las consecuencias de la soledad y el insaciable deseo de sentirse vivo.

Ya vimos algo parecido con Taxi Driver anteriormente. También posteriormente, ya que fue una referencia para Joker de Todd Phillips. Esta vez, en la piel de un aspirante a cómico de carácter peculiar, inofensivo e iluso. Nos sumergimos en una árida trama que encoge el corazón del espectador, un constante sufrir de un personaje que solo ve la pureza en un mundo lleno de maldades e injusticias. Una historia de las que no se ven en televisión, pues en la pantalla no se muestra a los que no alcanzan la fama.

Una película fácil de ver y disfrutar cada segundo. Una profunda y constante sensación de quedarse sin aire en los momentos más hirientes del cómico. Un mensaje que hace reflexionar. Una crítica a las inevitables consecuencias de nuestra sociedad. Todo esto, con una cucharada de dirección magistral de Scorsese y una porción de actuación legendaria de Robert... ¡Exquisito!

10/10

Hoy en día, poco más se puede decir de las proezas de Quentin Tarantino, un director que nunca dejará de sorprender por su excepcionalidad. The Hateful Eight, precisamente, es una de sus obras que, pese a las infinitas críticas que recibe, no deja de ser un recital de dirección. Un filme que nos deleita con diálogos inteligentes y profundos, un argumento simple pero engañoso y un montaje soberbio. Todo esto de la mano de un elenco de actores que sacan lo mejor de sí gracias a Tarantino —una vez más— e interpretan de forma magnífica a personajes tarantinianos a más no poder (cabe destacar las actuaciones de Samuel L. Jackson y Walton Goggins, de Oscar).

Ocho forasteros con objetivos muy diversos se acaban reuniendo, tras ciertos encuentros, en una posada en medio de un paisaje invernal protagonizado por una fuerte tormenta de nieve. Con la metáfora de unos personajes que conviven en un espacio pequeño pese a sus desacuerdos, Quentin refleja de forma maestra la situación de Estados Unidos en la guerra de Secesión, donde la unión —que siempre se mostraba imprescindible en el país— se perdió durante 4 largos años.

Detrás de este contexto, The Hateful Eight es una joya que reluce con la radical y diversa personalidad de cada protagonista: sureños, norteños, latinos, generales, cazarrecompensas, fugitivos... Una inverosímil mezcla que funciona gracias a los diálogos y discusiones que poco a poco descubren un argumento que, a simple vista es sencillo, pero que va subiendo de tono a medida que todos se van conociendo, lo que resulta en un wéstern que va más allá de vaqueros y sheriffs, que le da la vuelta a las películas del oeste y enseña el lado más creativo e intrincado del género.

La película claramente tiene la "huella" tarantiniana: violencia pura y sin descanso, personajes malhablados y con carácter, diálogos interminables, BSO muy acertada... y el claro disfrute del director cuando escribe el guion (Quentin escribe para él y para nadie más). Las tres horas de metraje son el culmen, pese a ser el eje de las críticas. Cada segundo es mejor que el anterior y, al final, los 167 m se acaban quedando cortos.

Una película engañosa, con una trama muy enrevesada y un claro homenaje a EEUU. Será criticada hasta la saciedad, por X o Y motivo, pero para los amantes del cine de Tarantino, The Hateful Eight es OTRA obra maestra.
Para ver y repetir.