Dicho popular acertado, si lo hay: “el que mucho abarca poco aprieta”. Nunca creí que lo utilizaría para redondear mi opinión respecto de este filme. Menos, si antepongo los antecedentes del director como principal motivo por el cual decidí verlo. Si con “Dog Soldiers” atisbaba una luz de jerarquía cinematográfica en Marshall, indudablemente, ese portento pseudo terrorífico que fue “The Descent”, terminaba de confirmarlo como la nueva mejor cara del cine de autor-comercial británico. Pero, alguna vez dijo cierto crítico argentino: “el problema con el cine es que hay que seguir filmando”. Yo le agregaría: “también: el riesgo...”
Quizá la premisa del director: echar mano a la mayor cantidad de filmes de el/los género/s que aquí se ven, fuera su mayor error. La intención de parecerse a otros para no parecerse a ninguno, quedó como bandera a media asta. Demasiado material, para tan escueta proyección.
Los que hemos nadado en las aguas del cine referencial de los ochenta, encontraremos en esta cinta una mezcla precocida de los mejores exponentes del thriller de la época; sobre todo, se me vienen a la cabeza dos (muy marcados): “Mad Max: más allá de la cúpula del trueno” de George Miller y “Fuga de New York” de John Carpenter (incluso, una pizca de la dudosa “Fuga de los Ángeles). Claro, que a este caldo difuso (por confuso), habría que agregarle otras referencias más recientes: todas las “Resident Evil”; “Tierra de los muertos” de George Romero; “Exterminio 2” de Juan Carlos Fresnadillo; y ahí me quedo.
Por otra parte, hay una simbiótica intención de metáfora política. ¿No es el virus reaper, sus portadores y su herencia una representación arbitraria de esas células anárquicas siempre latentes; de los grupos socialistas “disidentes” por allí ocultos; del “IRA”; de la “ETA”; Irán; la comunidad “negra/ africana” quemando autos en Francia; del Neo-nazismo? ¿No es el gobierno déspota que los encierra y los margina tras un rígido murallón, la representación del capitalismo caníbal; de la tecnocracia; EE UU; de la oligarquía aún existente en algunos lugares de la tierra? La película acerca del mercenario cambiando de bando, por ideales, resentimientos o lo que fuera, la vimos antes y mucho mejor.
Con un par de gags este podría haber sido, incluso, el blookbuster paródico de la temporada. Pero, su director parece estar seriamente convencido del discurso. Y, comparando el filme con un juego de tiro de dardos, diría que este no se salió del tablero, pero se clavó lejos del blanco. No es un mal intento, no; si: un filme complicado, que no se disfruta por lo confuso y que deja la sensación de que a Marshall le hubiera convenido más firmar la secuela de su predecesora que aventurarse detrás del muro incierto de otros géneros.